LIDIA
Margo termina de mezclar la ensalada con un toque de satisfacción. Me mira con una sonrisa suave y me pide los limones que dejé en la mesa. Su voz suena cálida y cercana, llenando la cocina con un ambiente familiar y acogedor.
"Claro", murmuro rápidamente, para luego dirigirme hacia la mesa donde se encuentran los limones.
Agarro varios limones y rápidamente se los entrego.
"No sabes lo rico que quedan las ensaladas al colocarles un poco de limón", comenta mientras corta los limones por la mitad, uno por uno.
Sonrío sin saber qué responder. A veces siento que Margo solo habla para evitar el silencio incómodo. Es linda.
"¿Margo, tú dices que estas ensaladas están bien?", pregunta mi mamá, con las manos todavía manchadas, se las limpia rápidamente en su pantalón para luego posar su mirada en las ensaladas que he preparado sobre la mesa.
Cuando yo hago eso, me reta en cuarenta idiomas diferentes.
Asiento con una sonrisa mientras mis ojos se deslizan hacia el patio. El patio es verdaderamente gigante. Y cuando digo gigante, me refiero a que es inmenso. La exuberante extensión verde se despliega más allá de lo que puedo abarcar con la mirada.
Mis ojos se clavan en la figura de Asher, que se acerca poco a poco desde la distancia. Viste una remera desgastada que, gracias al sudor, se adhiere a su cuerpo delineando cada uno de sus músculos con una precisión casi artística. Los vaqueros y los botines completan su atuendo.
Las gotas de sudor brillan en su frente y se deslizan por sus mejillas. Su cabello rubio, ligeramente alborotado y húmedo, que asco.
"Hola, Nancy", la voz de Asher llena la cocina, saludando amablemente a mi mamá, mientras entra a la cocina. Se acerca a mi madre y suavemente deposita un beso en su mejilla, sin tratar de tocarla mucho. La respuesta de mi madre no podría ser más elocuente. Sus ojos se iluminan, como si estuviera frente al mismísimo Brad Pitt.
Me limito a rodar los ojos con desdén y busco desesperadamente cualquier otro punto en la cocina donde Asher y mi querida madre no estén presentes.
"¿Se puede saber en dónde andabas, hijo?", dice Margo tratando de poner una voz grave, colocando sus manos, las cuales se encuentran sucias también, en su cintura.
"Hola, mamá", se acerca a ella ignorando su pregunta para luego abrazarla.
"¡Te voy a matar! Estás todo transpirado. ¡Vete a bañar!", grita varias veces tratando de zafar del agarre de él.
¿Y mi saludo?
Este la suelta entre carcajadas y luego me observa a mi neutralmente. "Hola, Lidia", me saluda casi sin mirarme para luego darse la vuelta y desaparecer por el pasillo. tengo que dejar de esperar algo de el.
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NUESTRO FLASHMI
RomansUn hombre, marcado por una dolorosa pérdida, ha cerrado su corazón al amor. Cuando una nueva persona entra en su vida, debe decidir entre seguir aislado o arriesgarse a sentir de nuevo, enfrentando el miedo de volver a sufrir. ¿Qué se necesita para...