CAPÍTULO 7 (Secretos compartidos)

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Con delicadeza, coloqué mis pies sobre el borde de la bañera, la cuál estaba rodeada de espuma

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Con delicadeza, coloqué mis pies sobre el borde de la bañera, la cuál estaba rodeada de espuma. Me recosté hacia atrás, apoyando mi cabeza sobre el borde de ésta. Mis dedos jugueteaban con el borde, trazando líneas.

Extendí mi brazo hacia la mesita al lado de la bañera y tomé mi teléfono. La pantalla brillante iluminó mi rostro en la penumbra de la habitación mientras deslizaba mi dedo sobre la pantalla para desbloquearlo. Abrí la aplicación de Instagram.

Deslicé mi dedo hacia el buscador y comencé a escribir: "Asher". La pantalla se llenó rápidamente con una lista interminable de resultados, pero ninguno era mi Asher. Un suspiro de frustración escapó de mis labios. ¿Cuál sería su apellido? Me daba vergüenza pedirle su Instagram; no quería que su ego ya de por sí gigante creciera aún más.

Salgo de la bañera con cuidado, sintiendo el agua tibia resbalar por mi piel mientras me pongo de pie, me dirijo al espejo y mis ojos se deslizan por todo mi cuerpo desnudo detenidamente, notando el pequeño tamaño de mis pechos, Recuerdo con cierta ironía cómo de niña soñaba con tener unos pechos grandes, esos que solo se ven en las películas. Dudo que alguna vez crezcan más allá de lo que son. Dejo escapar un suspiro frustrado mientras me aparto del espejo. envuelvo mi cuerpo con una suave tela, la cual se humedece rápidamente.

Salgo del baño caminando en puntillas, no quiero ensuciarme los pies. Antes de llegar a mi habitación, me cruzo con mi mamá por el pasillo.

"¡Hija, vístete rápido! Recuerda que a las nueve y media quiero salir", ordena mi mamá mientras coloca varias toallas en el mueble que está frente a mi habitación.

"Sí, mamá", entro a mi habitación y cierro la puerta con un movimiento rápido.

Nos invitó la mamá de Asher, bueno, le dijo a mi mamá que nos invitaba a comer hoy a su casa para conocernos, por lo que me contó mi mamá, la señora parece ser bastante buena, aunque a mi mamá todas las personas le parecen buenas.

Me arreglo rápido y bajo las escaleras, saltándome algunos escalones.

"¡Mamá, papá, ya estoy!", comento brincando al dar mi último paso, ya en la cocina.

"Pero qué hermosa estás", admite mi papá, sentado en una silla leyendo la revista de hoy, con unos anteojos bastante desgastados. Un rubor tiñe mis mejillas.

"Bueno, ya estoy, vamos", ordena mi mamá, agarrando el pastel que se encuentra sobre la mesada. Su postura es firme, pero su rostro refleja una sonrisa suave. Mi papá agarra un jugo de piña que él mismo preparó y salimos.

Cierro la puerta y corro para alcanzarlos. "¿Crees que les gustará mi pastel, cariño?" pregunta mi mamá preocupada mientras observa el pastel detenidamente, el cual agarra con mucha delicadeza.

"Obvio, mi amor. Mira lo que es eso, ¿Cómo no les va a gustar?", comenta mi papá colocando una de sus manos en la cintura de mi mamá. "Joder, no coman al lado de los pobres", escupo mientras camino más rápido para estar a su lado. Me ignoran y siguen en lo suyo.

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