CAPITULO 12 (El Límite del Silencio)

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ASHER EVANS

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ASHER EVANS

Son las cinco de la mañana. La humedad pesa en el aire, dificultando cada respiración con una sensación insoportable. La niebla envuelve todo a mi alrededor, distorsionando las formas. Las nubes, grises y neutras, cuelgan bajo un cielo opresivamente oscuro, comenzando a iluminarse.

El silencio me mareaba un poco; solo se escuchaba el crujir de las ramas bajo el peso de mis pies.

Mi pecho agitado, sudoroso y pálido, con varias pecas, subía y bajaba rápidamente, empapando mi camiseta gris, ajustada al torso. Mi respiración era rápida y entrecortada.

No he podido dormir nada; no logro sacar esa imagen de mi cabeza, ella es tan increíblemente buena.

Corro intentando quitármela de la mente, pero maldita sea, no puedo. Nada funciona. Cada paso es inútil, cada respiración agitada me recuerda lo imposible que es sacarla de mi cabeza.

Me refugio bajo una parada cuando empieza a llover con fuerza. Muevo la cabeza de un lado a otro tratando de secar un poco mi cabello.

Un auto se detiene frente a mí y me arroja un pequeño charco de agua. Bajan rápidamente la ventanilla: "Ey, Asher", saludan entre risas. ¿Son Ava y Jack?, ¿Qué hacen aquí? "La rata no saluda", protesta Ava con una sonrisa de oreja a oreja.

"¿Qué? ¿Cómo cuándo regresaron? Ni me avisaron", pregunto intrigado y feliz, apoyándome en su auto con ambas manos en el techo para verlos mejor.

"Eso después, sube que te estás mojando todo", dice Jack mientras abre la puerta trasera. Subo y cierro rápidamente para no mojarme más con la lluvia.

"¿Qué haces en medio del bosque, rarito?", pregunta Ava girándose hacia atrás, su cabello rojizo y rizado tapaba toda la vista detrás de ella. Sonrío negando con la cabeza. "Hoy amanecí con ganas de sudar un poco", apenas termino de hablar ella estalla en risas mientras se da la vuelta.

"Sigue siendo el mismo necesitado de hace dos años", comenta Jack con voz burlona mirando hacia adelante. Puedo ver su sonrisa en el espejo retrovisor.

Me acomodo el cabello mojado hacia atrás. "Y ustedes dos ni avisan que vinieron", protesto.

"Llegamos hace..." Jack frunce el ceño mirando a Ava, algo confundido. "¿Cuatro días?" Ava lo corrige rápidamente. "Una semana, hace una semana que llegamos", la miro decepcionado.

"Perdón", se disculpa Ava mirándome a través del espejo retrovisor. "Apenas llegamos, nuestros padres nos pusieron a trabajar en su restaurante". Su voz denota estrés mientras desvía la mirada hacia otro lado.

"Nos están explotando", bromea Jack, mirándome y volviendo a mirar rápidamente al camino. "Aunque..."

"¿Aunque?", repito intrigado por su tono.

"Una clienta", murmura en voz baja sin apartar la vista de la carretera. "Tienes que verla. Tenía esa mirada inocente, sus ojos me observaban con miedo, esos labios pequeños. Cómo llevaba la cuchara a la boca una y otra vez, aunque ya no hubiera nada más que la cuchara".

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