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|| Jocelynne ||

No pude terminar de creer lo que estaba sucediendo hasta montar en el helicóptero

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No pude terminar de creer lo que estaba sucediendo hasta montar en el helicóptero. Sean había intentado que Kalani viniera con nosotros, y después de fallar un par de veces, se había rendido y montado en el helicóptero. Hank ya estaba delante, echando un ojo a que no hubiera algo que pudiera matarnos, aunque el mismo transporte podía hacerlo. Kalani se había ido después de hacernos firmar unos cuantos documentos, y Gabato ya se preparaba para salir.

Después de besar a mi madre por octava vez, así por fin terminando nuestra extensa despedida, me dispuse a subir.

—¡Buenas tardes, amigos! Bienvenido al tour de lujo de Gabato. —Empezamos a volar en término la frase.

Sentía el helicóptero moviéndose de lado a lado peligrosamente, lo que provocaba que me aferrará a la puerta del vehículo con gran fuerza. No era muy fan de las alturas.

—Vas a cargarte la puerta. —Comentó Sean, muy agradablemente.

De fondo se podía escuchar los comentarios de Gabato sobre la travesía, pero preferiría ignorarlos, porque si quisiera entenderlos tendría que mirar por la ventana, y eso no saldría bien.

—Metete en tus asuntos. —Respondí, bastante brusca.

—Son mis asuntos cuando estas apunto de romper la puerta del vehículo donde voy.

Suspiré, con molestia, y con mucho cuidado me solté de la puerta, aferrándome lo mayor posible al asiento.

—Las vistas son majestuosas. —Comentó, mientras me miraba de reojo con una sonrisa en sus rostro.

—¿En serio? ¿Quieres que te vomite encima? —Me acerque levemente a él, fingiendo arcadas. Me miro con disgusto mientras reía.

—Y ya no te aferras a nada. —Observó mirándome de arriba a bajo con una sonrisa torcida. —Soy un gran médico, curo hasta los miedos.

Rodé los ojos con una pequeña sonrisa, tenía razón. Sus ganas de molestarme habían hecho que me tranquilizara y soltara el asiento, así salvando mis uñas de una muerte asegurada. Nos miramosm, en silencio. Él aún tenía su estúpida sonrisa como si me hubiera salvado la vida. Aunque no me hubiera desagradado haber permanecido así más tiempo, ya que por lo menos era menos molesto cuando su boca estaba cerrada. Pero mi rostro se convirtió en muecas de terror al ver las majestuosas vistas.

El cielo era cada vez más oscuro, y el sonido de la lluvia más fuerte. El viento movía el helicóptero de lado a lado, provocándome escalofríos. Esta era una muerte que no quería tener.

GORGEOUS - Sean AndersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora