Extra 2.

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Sergio se encontraba entretenido mirando un dorama en la comodidad de su sofá, absorto en su trama, casi sintiendo lo que la protagonista sentía, la felicidad luego de que después de tantos capítulos se estuvieran dando su primer beso, recordó brevemente como Max lo había invitado a comer Bitterballen en su casa en la cuarta cita, el ambiente se torno caluroso de pronto.

Suspiro encantado con la escena que se reproducía en su televisor, intentando sacar de su cabeza los pensamientos de aquél dia junto a su esposo, no era el momento.

Pero todo esto quedó en un segundo plano cuando su hijo y esposo entraron por la puerta principal de su dulce hogar, el menor dejó su bolso a un lado de la puerta, apenas saludandolo cuando pasó por su lado, dirigiéndose directamente a su habitación; el instinto omega de Checo empezó a volverse loco al percibir algo distinto en el comportamiento de su cachorro.

Se levantó de su cómodo lugar caminando hacía el alfa que terminaba de quitar sus zapatos, este le dirigió una mirada acompañada de una sonrisa luego de notar el aroma de Checo, al parecer este estuvo pensando algunas cosas de las que no hablarían en voz alta pero podía reconocer ese olor donde fuera, el omega al notarlo golpeó su hombro porque él también conocía mucho de su esposo y sabía lo que queria transmitir con esa sonrisita descarada.

-No digas nada al respecto, no es momento-advirtió el menor con sus mejillas encendidas-¿Pasó algo con Pato?

El mayor rió, su omega se avergonzaba demasiado rápido, pero no incomodaría tan temprano con el tema.

-No lo sé, estuvo callado todo el camino -respondió este.

Sergio asintió, su instinto no podía equivocarse.

-Hablaré con él ahora, creo que algo no anda bien.

-¿Y lo verás oliendo así?-se burló Max, recibiendo una mirada para nada amigable del omega, lo tomo entonces abrazandolo por la cintura restregando su cabeza en el cuello del menor.

El chico se sorprendió ante aquella repentina acción pero no se quejo, a veces le gustaba tener el ahora del mayor sobre él pero no se lo diría en voz alta, se negaba a contribuir con su ego.

-Ya, ya alfa tonto, primero el cachorro-lo alejo de él escuchando como se quejaba pero no le importó y se dio la vuelta.

Camino por el pasillo de su casa hasta llegar y pararse frente la puerta de su hijo, sin tocar antes abrió la puerta, encontrándose apenas con un bulto desábanas en la cama, sus zapatos estaban alli tirados a pesar de que él había dejado claro que los zapatos iban en la entrada, entonces debe ser algo serio. Entró a la misma, sentándose a un lado del bulto que era su hijo, posando una de sus cálidas manos sobre las sábanas, este ni siquiera se movió.

No sabía como iniciar, ¿Y si sólo estaba cansado? Aún así su omega no dejaba de lloriquear dentro de él, siempre se sentía de ese modo cuando sospechaba que algo sucedía con su hijo.

-¿Sucedió algo en la escuela, cachorro? -preguntó, su voz cálida era lo único que podia escucharse en la habitación

-Puedes decirme que te está incomodando, porque se nota que no estás bien, muy a penas me saludaste allí afuera,

Escuchó a Pato suspirar y finalmente se removió, pero sin embargo dejó la sábana cubriendolo justo como estaba.

-Oscar se presentó como omega hace unos días-respondió el menor.

-Oh-fue lo único que pudo decir, eso ya lo sabía, las tardes de un buen chismesito junto a Mick y Charles seguían muy presente en su vida -¿Y qué hay de malo en eso?

Por un momento empezó a crear sus propias teorías en su mente, pero esperó que su hijo hablara.

-Es que...-empezó diciendo-Soy el único en el salón que no se ha presentado.

Algo en él se sintió mucho mejor al escuchar eso, al menos no era algo grave como penso, quiso soltar una risita por lo dramático que estaba siendo su hijo pero prefirió no hacerlo, a veces le mente de los adolescentes era difícil de comprender.

-Sólo tienes trece años bebé, no hay que preocuparse por eso ahora-dijo tratando de confortarlo.

Los cachorros empezaban a presentarse mas o menos a la edad de nueve años, por eso no era demasiado extraño que los chicos del salón de su hijo ya tengan sus castas definidas, pero aún estaba a buena edad, cada cuerpo es diferente.

-¿Y qué pasa si estoy defectuoso?-preguntó el menor, esta vez dejando ver su cara, Sergio pudo ver dejes de algunas lágrimas y negó.

-Pat cada cuerpo es diferente, todos tienen su tiempo correcto-respondió y luego le regaló una hermosa sonrisa pasando sus manos por su rostro, dejando una caricia -No importa la edad, no hay porque apresurarse, ¿Te molestan por eso?

El niño nego, pero Sergio tenía confirmar que no fuera así, los niños y adolescentes llegaban a ser muy crueles.

-Pero ya no quiero ser un cachorro.

El omega se rió un poco, encontrándose así mismo en esas palabras, cuando estaba loco por crecer, negó varias veces, cuando somos niños no estamos conscientes de nuestras mejores etapas.

-Asi tengas cincuenta años seguirás siendo mi cachorro, no le des demasiada importancia a eso ahora, eres un chico sano, hace poco fuimos al médico por una visita rutinaria ¿No recuerdas?-se acercó para abrazarlo, su aroma a bebé seguia presente aún cuando podía notar la fragancia masculina de uno de los perfumes de Max, ni siquiera había notado en que momento se lo había echado.

Entró en razón de que en algún momento el aroma de su cachorro cambiaría, sintió melancolía ante el pensamiento, su bebé no olería más al bebé.

-Apestas a papá-dijo este frunciendo su nariz, abrazandose al cuello de su padre, haciendo lo que este había hecho minutos atrás, tratando de dejarlo con su aroma, rió al recordar las muchas veces que había hecho esto cuando estaba más pequeño.

Ahora cuéntame la verdad-reto separándose de él-¿Hay muchas alfas detrás de Osos?

El rostro de su hijo se torno rojo, enojado por sus palabras, él sabía que a Pato no le gustaba cuando le decía alguna cosa como esa y mucho menos referente a ese niño que le parecía tan molesto, pero siempre era gracioso hacerlo enojar.

-¡No da risa! ¡Papa!

Baby thoughts [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora