𝐌𝐀𝐋𝐈𝐀 | ❝ Estoy despertando. Lo siento en mis huesos. Lo suficiente para hacer explotar mi sistema. Bienvenido a la nueva era ❞
𝙐𝙣 𝙇𝙖𝙗𝙚𝙧𝙞𝙣𝙩𝙤 donde se abre y se cierra una sección para que los individuos usados como ratas de laborator...
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▬ ❝PRIMERAS PRUEBAS❞ ▬
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Malia despertó pocos minutos antes de que el sol apareciera por los muros, todo gracias a un horrible dolor de cabeza que parecía ser producto de varias imágenes repitiéndose incesantemente como si fueran recuerdos. Eso solo consiguió arruinarle el día más de lo que pudiere llegar a ser, debido a que se trataba del "grandioso" día en el cual iniciaría las pruebas para ver que trabajo se le asignaría.
Durante ese tiempo que llevaba despierta sujetaba su cabeza entre sus manos, sentada en el suelo con las rodillas cerca de su pecho. Las punzadas que sentían se volvían cada vez más fuertes, con el minúsculo movimiento que hiciera otra punzada más aparecía. Pero, al parecer, el dolor sería constante en su vida a partir de ahora porque no podía superar el dolor.
Sin más remedio, se levantó formando una mueca con los labios por el dolor presente, siguió con su plan y comenzó a colocarse sus botas para salir de la cabaña sujetando solo una pequeña parte de su cabello, al menos lo necesario para no molestarle en la cara.
Al saber que no podría lidiar con el dolor por sí sola, se dirigió rumbo a la finca para que alguno de los doc's pudiera ayudarla con su malestar. Durante el camino agradecía que la mayoría estuviera durmiendo por lo temprano que era, pero las puertas ya estaban abiertas, por lo que Malia se abstenía en ignorar su dolor.
Cuando Malia llegó a la finca se dio cuenta de que esta aparentaba estar desolada, de no ser por una persona, y en cuanto la rubia pudo ver quien era no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
Le contó a Jeff respecto a su malestar desde temprano, omitiendo las lagunas que aparecían cada noche. El doc del área se apresuró para atenderla y darle unas pequeñas píldoras, explicando que eran capaz de desaparecer el malestar.
Y aunque la novata no creía tal milagro, termino por aceptarlas. Quería descansar de esas punzadas.
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La rubia desayunaba con un entusiasmo al no sentir las mismas punzadas con el simple movimiento que ejercía, en esos momentos tenía a Jeff en un pedestal por las benditas píldoras.
