Capítulo 11

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Abigail

La noche en el hospital fue un poco más dura que las veces anteriores, está vez, Emily estaba más inquieta de lo normal y se levantaba llorando mientras me llamaba entre sus sueños.

Ser mamá sin duda es algo muy difícil, pero cada cosa valía la pena.

Me quedé pensando toda la noche sobre Maxim y Emily, era muy estúpido de mi parte, pero no lo quería cerca de mi hija, si ella se estaba emocionado con él, tenía que saber desde ahora que Maxim no sería su amigo nunca.

Empaqué las que tenía en el sofá de la habitación y observé a mi hija que estaba dormida, eran las siete de la mañana y ya el doctor había pasado a ver cómo estaba, habló conmigo y me dijo que podría llevármela hoy mismo a casa teniendo todos los cuidados.

Dejé el bolso en la silla y salí de la habitación para ir en busca de algo de comer, realmente estaba con mucha hambre. Compré en la cafetería un sándwich y café con leche, volví a la habitación y Emily ya estaba despierta sentada en la cama.

—Buenos días, cielo—Me acerqué a ella y besé su frente.

—Buenos días, mami

—¿Cómo amaneciste?

—Hoy me siento muy bien, ya quiero ir a casa a ver a mi tía.

—Si todo sale bien, hoy estaremos en casa.

Me dió una dormida y se quedó mirando la puerta.

—¿No ha venido mi amigo?

—¿Qué amigo, bebé? —Le dí un mordisco a mi sandwich y tomé asiento.

—Mi amigo el del supermercado que me trajo aquí.

Maxim.

¿Por qué mi hija pensaba en él a estás horas de la mañana?

—Él es un hombre ocupado,cielo. No creo que le quede tiempo de venir hoy al hospital.

—Pero él dijo que vendría—Hizo un puchero y se acostó viendo hacia la puerta.

—No te preocupes, creo que…

Mis palabras fueron interrumpidas por el sonido de la puerta, me di la vuelta para ver de quién se trataba y un gran ramo lleno de juguetes, dulces y globos rosados me dejaron sorprendida.

—Me dijeron que una chica me estaba esperando—Habló alguien conocido detrás del gran ramo.

—¡Viniste! —Se alegró Emily dando aplausos.

—Claro que vendría.

Dos hombres más entraron a la habitación y tomaron el ramo dejándolo al lado de la cama de mi hija, volteé a ver a Maxim y estaba con ropa sencilla está vez, no había nada de trajes. Justo como lo conocí aquella noche.

Los hombres cerraron la puerta y observé cómo él se acercaba a la cama de mi hija, se sentó a su lado y comenzaron a hablar los dos ignorándome por completo.

Observé los juguetes que traía aquel ramo y rodé los ojos, justo por eso, no quería dejar entrar a nadie a mi vida ni a la de mi hija.

Terminé de desayunar y ellos de hablar lo que sea que estaban hablando, Emily se quedó dormida nuevamente y él se levantó de la cama con una expresión sería.

¿O sea que mi hija era la única que conocía su sonrisa?

—¿Podemos hablar afuera? —Pregunté amablemente.

—Si, claro.

Ambos salimos de la habitación y me crucé de brazos mientras él cerraba la puerta.

—¿Por qué hiciste eso?

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