Capítulo 1

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CUATRO AÑOS ANTES

Abigail

Fruncí el ceño al ver la mancha del suelo y el rostro de Nate, me dió una sonrisa burlona y regó más de su batido en el suelo. Lo odiaba con toda mi alma, pero no podía decir nada, nadie me iba a creer.

—Sabes que debes dejar este suelo impecable—Caminó encima del batido esparciendo más el líquido.

—Si, lo dejaré limpio.

—Eso espero.

Tiró el vaso al suelo y se hizo añicos frente a mí, cerré los ojos por el impacto y sentí su burla por mi miedo.

Corrí lejos de él y llegué al cuarto donde estaban las cosas de limpieza, las saqué con enojo y fui a la sala que se encontraba sola, ya no estaba Nate, y agradecí por ello.

Llevaba sólo cinco meses trabajando para la familia Robinson y desde que llegó su hijo Nate mi vida había comenzado a ser un martirio, sus comentarios fuera de lugar cuando nos encontrábamos solos me hacían sentir incomoda, los señores Robinson no lo notaban, pues estaban más preocupados por hacer dinero y ser mejores que Los Clifford, que era familia de la señora Kendra si eran su familia, no entendía porque querían ser mejores que ellos.

Me fijé en la hora en el reloj de pared e hice más rápido todo, a esta hora las calles eran más peligrosas.

Terminé de limpiar en cuestión de minutos y fuí al mismo cuarto a sacar mis cosas, me vestí con la ropa que traje y salí de la mansión prácticamente corriendo, no quería toparme con Nate.

Las lujosas puertas de la mansión se abrieron y salí del recinto con un suspiro ahogado, estaba cansada de madrugar a hacer la limpieza de otras personas, pero este trabajo me daba bien dinero para sobrevivir.

A veces me preguntaba cómo sería mi vida si hubiese tenido padres amorosos y presentes, lo único que recuerdo es que mi padre me abandonó cuando era una bebé, mamá cayó en las drogas cuando tenía cuatro años y murió de una sobredosis cuando cumplí cinco, mi vecina de ese entonces se encargó de llevarme a un lugar de acogida, después al orfanato, dónde nadie me quiso adoptar por estar grande. Nunca supe que era tener una familia, realmente.

En el orfanato cuando cumplí los dieciocho me enseñaron a hacer varias cosas y me consiguieron un trabajo en el que duré cinco años, meses después conseguí este trabajo y aún lo conservo.

Caminé por el oscuro callejón con prisa hasta que llegué a la parada de autobuses, el bus paró como de costumbre y me subí en él alcanzando a tomar asiento, el trayecto fue el mismo de siempre. Llegué al pequeño edificio en donde vivía y alisté mis llaves al subir las escaleras, abrí la puerta y me encontré con Leah, mi mejor amiga y compañera de piso.

—Hola, ¿Cómo te fue? —Saludó alegremente mientras tenía unos tacones en sus manos.

—Bien, como todos los días.

—Ah bueno—Sonrió—. Quiero que te arregles y saques el vestido más bonito de tu armario porque vamos a Luxury.

—¿El Luxury del centro de la ciudad? —Pregunté sorprendida dejando mis cosas en mi habitación.

—Si, ese mismo. Mira—Me nosotros las entradas de color plateado.

—¿A quién se las sacaste, Leah? —Tomé una de ellas y sentí el frío metal.

—De un conocido, no importa. Lo importante es que vamos a pasarla bien está noche, tienes que despejar la mente. Vamos, anímate—Se sacudió de un lado a otro con una sonrisa.

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