Capítulo 33

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Abigail

Después de subir a mi habitación, Nate vino detrás de mí y me hizo tomar asiento en una silla mirando hacia la ventana, tenía miedo por lo que podía pasar ahorita, pero yo solo pensaba en mis hijos y en qué estuvieran bien con Maxim.

Él se paseó por toda mi habitación, logré verlo por el reflejo de la ventana, ojalá no hiciera alguna estupidez.

—Voltéate —Me dijo con su voz ronca.

Le hice caso y le puse frente a él, que tenía en sus manos mi ropa interior, maldito enfermo.

—Pudimos haberlo tenido todo juntos, pero a ti te gusta el maldito de Maxim y eso no podía cambiar. Quiero asesinarlo, pero sé que sufrirás mucho y tus mocosos también.

—¿Por qué simplemente no te largas, Nate?

—Porque uno de los dos tiene que morir, y como hoy estás de suerte te toca a ti—Me dió una sonrisa comenzó a sacar cosas de una maleta negra que cargaba.

—Siempre me pregunté cómo sería morir quemado—Mostró el galón de gasolina y un encendedor.

—No…

—Ya toda la casa tiene gasolina, si cae una chispa de algo aquí moriremos los dos, como debe de ser.

—Tengo dos hijos que me necesitan, Nate. Piensa en ellos, no pienses en mí, realmente sería muy duro si se quedan sin madre.

—Tienen padre, no seas dramática.

—¡No es lo mismo! —Grité temerosa.

—Lo será, después de todo Maxim apenas está comenzando con la paternidad, no es algo que domine, pero con el tiempo lo hará bien.

—No seas así, Nate. Por favor.

Me dió una sonrisa mientras jugaba con el encendedor y se sentó en mi cama.

—¿Qué estás dispuesta a hacer con tal de que te suelte y te deje con tus bastardos?

—Lo que sea, pero suéltame y no les hagas nada.

Se levantó de la cama y se acercó a mí comenzando a tocar mis piernas, me tocó el rostro un poco y acarició mi cabello suavemente mientras desabrochaba su pantalón.

Me haría hacer sexo oral, Dios. Que humillante.

Su polla salió al aire y comenzó a masturbarse cerca de mi rostro haciendo que tuviera inmediatamente una erección.

—Abre la boca, rebelde—Se acercó a mis labios y yo solo lo observé.

—Nate…

—¡Qué la habrás! —Me sostuvo por el cabello y acercó más su polla a mis labios, con su otra mano hizo fuerza en mi mandíbula haciéndome abrirla por completo.

Su polla quedó dentro de mi boca y comenzó a mover mi cabeza con fuerza y demasiada violencia, me estaba ahogando, pero a él no le importaba.

Alcé el rostro para observar y con su mano libre la metió al bolsillo y sacó mis bragas que se llevó directo a la nariz. Siguió moviéndose dentro de mi boca y yo comencé a lagrimear de la rabia, quería matarlo yo misma.

Después de unas cuantas embestidas más, sacó su repugnante polla y la envolvió en mis bragas, comenzó a masturbarse con ellas y rápidamente se vino dejando todo su semen en ellas. Se limpió perfectamente y las dejó guardadas en el bolsillo.

—Creo que es hora de comenzar la acción.

Comenzó a caminar hacia el galón de gasolina y lo regó por toda la habitación, se adentra al baño un momento y volvió a salir llenando cerca de donde yo estaba todo de gasolina.

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