𝙴𝚏𝚒𝚖𝚎𝚛𝚘

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Pica hielos.

Aún podía recordar el día en que papá nos confesó el por qué nuestro garaje estaba repleto de armas, fue en un viaje a México, en la casa de la abuela, esa señora dulce y amorosa en realidad tenía un gran secreto bajo nuestro piso, en el sótano justo en la habitación había un hombre, era un señor parecía normal, tanto como cualquiera solo tenía una pequeña cosa que lo hacía diferente a todos los demás, sus ojos brillaban, nos veía directamente mientas sus ojos azules metalicos y frios brillaban bajo la oscuridad.

Recuerdo no haber tenido miedo, recuerdo haber dado algunos pasos hacia él, junto con Sam. Hasta que papá nos detuvo.
El hombre nos miro, solo unos niños de diez años frente a él. Sabía lo que éramos aún cuando nosotros no lo sabíamos. Cazadores.

La abuela comenzó a hablar, a explicarnos a los cuatro niños de diez años sobre un mundo nuevo, decía que nuestro deber era proteger a las personas que no sabían de esto, proteger el secreto y cuidar de los inocentes era nuestro trabajo, como lo ha sido de la familia desde siempre.

"Siempre estén alerta, pueden parecer lindas personas pero el mundo sobrenatural es tan grande como el humano y ellos son muy buenos haciéndose pasar por humanos"

Desde ese día comenzó nuestro entrenamiento como cazadores, ese verano en lugar de pasar las tardes jugando como los niños de nuestra edad, nosotros comenzamos a aprender a usar armas, tener condición física, saber pelear y ser en especial aprendimos el código "Cazamos a los que nos cazan" .

-¿Me escuchas?- Pregunto Dean mientras conducía.

-No, la verdad es que no...- Respondí apenada. Lo recordaba hablando, pero no le preste absoluta atención.

-Solo dime ya que ahora te haz convertido en una especie de mamá lobo.- Se burló. -Las opciones son pocas mi lista cada vez se hace más pequeña para personas que sabrán guardar el secreto y otros que en verdad necesitan un cambio nivel mordida en su vida.

-¿Por qué me dices a mi? Ese es trabajo de Derek.

-Si bueno, ya se que él es el alfa, pero tú te encargas de los cachorros como buena madre lobo...

-No soy Madre Lobo.- Me queje disgustada.

-Claro... Dicelo a los pobres cachorros Lahey.- Y no borraba esa sonrisa sinica de su cara.

Busque entre sus cosas en el auto y no tarde en encontrarlo, un cigarro, lo encendí y lo lleve a mi boca.

-Aun haciendo eso pareces una Mamá lobo.

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Mamá en esté parcial nos había obligado a llevar las clases avanzadas como castigo por la huida de Sam, nosotros fuimos los castigados en lugar de mi preciado hermano.