05

185 15 6
                                    

¿Crees que es posible? ¿Crees que podría? 

Un suspiro más del sol, retomar nuestra canción. 

Kakyoin se encontraba caminando por la playa y llevaba la caracola que había comprado, tenía tantas cosas en mente y quería despejarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kakyoin se encontraba caminando por la playa y llevaba la caracola que había comprado, tenía tantas cosas en mente y quería despejarse. Trataba de convencerse que el azabache estaba soltero. Ya llevaban unos meses viviendo juntos, en todo ese tiempo Jotaro ya le habría contado si estaba en una relación.

Había caminado unos minutos hasta que llego al kiosco que estaba a unos metros de la casa del azabache.

Cuando empezaron a vivir juntos Jotaro mando a construir ese kiosco. Tenía una mesa con un par de sillas y un reloj, también había un pequeño mueble donde guardaban toallas y trajes para Kakyoin. Lo construyeron lejos de la casa para que Kakyoin tuviera un lugar donde pudiera volver a su forma de sirena sin tener que preocuparse de que alguien la descubriera. Después de todo solo ella y Jotaro sabían de su ubicación.

Kakyoin dejo la caracola sobre la mesa. Pensaba visitar la tumba de su padre en unos días. Inicialmente pensó en llevar a Jotaro con ella, pero ahora no estaba segura. Se sentó en una de las sillas y se quedó ahí un rato, sintiendo el aire y escuchando el sonido del mar.

Estaba atardeciendo y Jotaro tal vez ya estuviera de regreso. Luego de pensarlo bien llego a la conclusión de que él no estaba en una relación con esa chica de Estados Unidos y que solo estaba imaginando cosas. Con más ánimos regreso a casa y justo Jotaro estaba en la cocina hablando por teléfono. Kakyoin se alegró mucho al verlo y quiso abrazarlo por la espalda, pero se detuvo al escuchar su conversación.

—En cuatro meses volveré a Estados Unidos para verte. Si, yo también. Por favor cuídate mucho.

Toda la felicidad de Kakyoin desapareció. Lentamente y sin hacer ruido se retiró de la cocina y salió de la casa. Regreso al kiosco, se cambió de ropa y dejo la que tenía puesta sobre la mesa. Entró al mar y nado por varias horas. De alguna manera estar en el agua la relajaba, llevaba bastante tiempo en la superficie que había olvidado esa sensación.

Ya era muy tarde, salió del agua y el cielo estaba oscuro. Por un momento recordó la noche en que terminó varada en esa misma playa. Kakyoin fue a arreglarse y el reloj marcaba que eran las dos de la mañana. Solo suspiró y regresó a casa.

Desde afuera no se miraba ni una luz en encendida, era entendible. Al entrar vio que una lámpara de la sala estaba encendida, se acercó a ver y no esperaba encontrar a Jotaro dormido en el sofá. Verlo tan tranquilo la puso de buen humor, tanto que una sonrisa se formó en su rostro.

No quería despertarlo, pero no era bueno que él estuviera durmiendo así. Comenzó a sacudir su hombro hasta que despertó.

—Kakyoin... Al fin regresaste —dijo aún adormecido.

—¿M-me estabas esperando?

—Polnareff salió a una fiesta y antes de irse me dijo que saliste a caminar por la playa. Pensé que volverías para cenar y como no regresaban me quedé esperándote —respondió mientras se levantada del sofá.

The World's Continuation | JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora