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Di por qué, es que se borra con cada estación tu dulce voz 

Ya había pasado un mes y las heridas de Kakyoin estaban un 90% sanadas

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Ya había pasado un mes y las heridas de Kakyoin estaban un 90% sanadas. Durante ese tiempo Kakyoin estuvo en la bañera de Jotaro. En algunas ocasiones el azabache la ponía en una silla de ruedas para que comiera con él en el comedor. Kakyoin solía dar paseos por la gran casa de Jotaro para distraerse un rato, la silla de ruedas era divertida.

Siempre que Kakyoin se portaba bien y comía todo lo que Jotaro le prepara, el mayor solía acariciar su cabeza y la sirena amaba ese gesto. La compañía de Jotaro le recordó lo lindo que era vivir con alguien. Era un sentimiento que no sentía desde que perdió a su padre.

Kakyoin confiaba en Jotaro, tanta era su confianza que le conto sobre ella y cómo fue que termino tan herida. Era gracioso como ella disfruta de su compañía y se ponía triste cuando el salía a trabajar. El azabache le conto que trabajaba para un acuario de la ciudad. Era por eso que pudo tratar muy bien sus heridas. También se enteró que la gorra que encontró en el mar era del azabache, la había perdido mientras trabajaba recolectando muestras.

Esa tarde Jotaro la llevaba cargando hacia la playa. Después de todo la sirena no podía estar para siempre en su bañera. Con cuidado la metió al agua y tan pronto Kakyoin entro al agua nado libremente. Extrañaba tanto esa sensación de libertad.

Jotaro la miraba con tristeza, parece que era momento de que la sirena se fuera. Si bien fue difícil al principio, le había tomado cariño a Kakyoin. Fue a su casa para traer algo, al regresar entro al agua para entregarle a Kakyoin una bolsa que tenía un traje de baño para ella.

—Creo que mi ropa es muy grande para ti e incómoda para nadar. Eso te quedara mejor.

Era un traje de baño de dos piezas blanco. Kakyoin quedo encantada con este y en ese mismo momento se quitó la playera de Jotaro para ponerse el traje. El azabache se dio la vuelta para no verla.

—¡Me encanta! Además, es muy cómodo —Kakyoin daba vueltas en el agua—. Gracias, señor Jotaro.

—Me alegra que te guste —Jotaro la miro y tomo sus hombros—. Tus heridas ya están mejor, por lo cual no es necesario que te siga cuidando.

Al escuchar eso Kakyoin sintió una punzada en su corazón.

—Puedes volver a tu vida normal en el mar y tranquila, no le diré a nadie sobre ti —Jotaro acaricio la cabeza de Kakyoin y tomo su playera de regreso—. Solo ten cuidado esta vez.

Jotaro salió del agua e iba de regreso a su hogar. Kakyoin sentía un vacío al ver al azabache marcharse, no quería eso, no quería volver a estar sola, quería seguir a su lado. Sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

—¡Señ...!

No pudo llamarlo, él ya estaba muy lejos para escucharla.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Se repetía Kakyoin en su mente, mientras abrazaba con fuerza la bolsa de su traje nuevo. En ese momento recordó que su aleta ya estaba curada y debido a la situación uso su último recurso.

The World's Continuation | JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora