Jungkook amaba su vida tal y como estaba, solo él y su pequeño hijo Omega.
Pero no todo puede ser paz.
Su vida toma un giro de 180 grados cuando vuelve a reencontrarse con aquel Omega rubio que en algún momento de su loca adolescente le robó el cora...
Para Jimin, su vida era como cualquier otra, trabajaba para vivir su día a día.
Desde los diecinueve años empezó a trabajar en una pequeña pastelería en la gran ciudad, poco a poco fue reuniendo dinero suficiente para poner su propia pastelería, gracias a la luna puedo conseguir el gran prestigio que tiene ahora, veinte años después era dueño de la franquicia más consumida en las Vegas.
Aunque era padre soltero no le importaba decirle al mundo que pudo sacar a su hijo totalmente solo, y es que de que otra manera podía ser, el mismo dijo "lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas".
Para el fue una noticia tan grande enterarse que iba a ser padre, el era un Omega de buen posición económica pero al no querer aceptar lo que sus padres querían para su vida tuvo que dejar aquella casa que lo acogió por dieciocho años.
Fue difícil ser hijo de padres alfas.
Sin embargo pudo salir adelante sin ayuda de ellos, aunque Jimin sabía que sus padres todos los meses depositaban una gran cantidad de dinero a su cuenta, el no la usaba, en todo caso ese dinero era para su pequeño hijo, era un alfa puro, muy dominante y protector con él, su hijo era lo mejor que tenía, su hijo le recordaba al alfa con quién pasó muchas noches juntos, aunque el alfa se fue sin saber que ambos habían creado una creatura juntos.
Aunque eso no era importante, él supo salir adelante por su hijo, Jaehyun un alfa de 20 años por el cual sin duda alguna daría su vida.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la campana de la entrada de su pastelería.
Entró un joven Omega sonriendo en su celular.
--Bienvenido.-dijo Jimin con una sonrisa.
El Omega dejó su celular de un lado antes de mirarlo.
--Gracias, ¿Cómo estás?.-preguntó con una sonrisa.
--Bien gracias, ¿qué deseas ordenar?.
--Me puedes ayudar con dos cakes de fresa más un batido de fresa y uno de chocolate.- pidió el Omega con una sonrisa.
--¿Nada más?.-preguntó Jimin.
--Nada más.-dijo el Omega entregando su tarjeta.
--Kim Minho.
El Omega asintió.--Puedes enviarlo al hotel Kim habitación 211 para Kim Hyunjin por favor.
Jimin asintió.
--¿Podrías darme una tarjeta? A mí mejor amigo le encantan los pasteles y más estos, quiere llevarle a su padre algunos.
--Sí, con el pedido le enviaré la tarjeta.
--Te agradezco.-dijo Minho mirando el broche con el nombre del rubio.--Jimin.
--No hay de que, estamos para servirle.-dijo entregando la tarjeta que Minho le había dado.
Minho sonrió antes de darse la vuelta no sin antes dar las gracias.
Jimin sonrió, aquel Omega era muy lindo, lo miró hasta la salida, fuera de la pastelería lo esperaba un alfa pelinegro que en cuanto el Omega salió lo abrazo para empezar a caminar lejos de ahí.
Jimin esperaba que su hijo encontrará un amor bonito, su hijo no se había enamorado o si quiera gustado de alguien, lo que más esperaba era que su hijo tenga a quien amar y quién lo ame de la misma forma.
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