Yuuji no sabe recibir órdenes. 1

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Irritable sería la palabra para referirse a Ryomen, aunque conflictivo es la que usan los superiores al hablar del chiquillo ese, su mala reputación es sonada en toda la perfectura y sus alrededores. Nunca nadie se ha atrevido a rechazar alguna de sus órdenes; cuando se está acostumbrado a ello es difícil entender como un chiquillo de un grado inferior que acaba de ser transferido sea capaz de retarlo.

Itadori Yuuji acababa de ser removido de la escuela anterior, ante la muerte de su abuelo, el único familiar cercano era un viejo amigo de su padre, Nanami Kento, aunque no lo habías visto desde lustros, el mayor tuvo la amabilidad de tomar su cuidado, no sería la custodia por la edad pero, ante ninguna obligación legal, lo acogió en casa. No era un milagro entender que el pequeño era todo un solecito, su gran sonrisa acompañada de una extensa amabilidad irradiaba calidez y amor a todos los que lo rodeaban, pero era un tigre vestido de cordero, ya que bajo sus amplias ropas se encontraba un cuerpo atlético, ante esto Yuuji prefería evitar los conflictos, su abuelo siempre le pidió que ayudará a los demás y con ello había forjado su actuar.

Los días desde la muerte de su abuelo eran diferentes para el niño, por lo usual acostumbrado a visitarlo en el hospital y encargarse de los quehaceres era una rutina propia, ahora ese tiempo era de él, no entendía como gastar el tiempo, menos sin asistir a la preparatoria, Nanamin, como lo llamaba, había pedido el cambio, tardaría un par de días pero eso no le detenía de jugar videojuegos y dar algunas vueltas para recordar el camino, aunque su tutor le comentaba que podía llevarlo y traerlo, el ser dependiente no era algo muy digno del menor, así que en sus recorridos siempre podía ver a los que serían sus nuevos compañeros, era terrorífico pensar en ello. Los días transcurrieron con fluidez, incluso le tomaron por sorpresa al tigrecito, esa mañana caótica corriendo de un lado a otro por no preparar sus cosas, Nanamin sólo observaba al tomar una taza de café, siguiendo con la mirada el actuar, escuchó un fuerte golpe provocado por el trasero de Yuuji al caer en las escaleras.
— Ha ese ritmo terminarás muerto. — Hizo la observación con desdén. — Te dije desde ayer que deberías tener orden. — Recalcó como un regaño.
— Ugh.— Un quejido malhumorado fue la respuesta

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