Suavidad

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[ Mi alma lo necesito ]

La alarma sonó, un pitido intermitente que navegaba por la habitación hasta el recibidor, cantó un par de segundos antes de ser silenciada. El sonido ahogado dio paso a la afonía del recinto, el origen de aquello era el aparato celular de Nanami Kento que le avisaba sobre la hora de comenzar con sus labores y, ante el cansancio que tenía, así fue.

Levantó su cuerpo de la cama, la cual no siquiera había sido desatendida ante el repentino colapso por cansancio que había sufrido la noche anterior aún así, ante cualquier pronóstico, acomodo en su totalidad la colcha y las almohadas, mañana sería el día de cambio total de ellas. Camino hasta el armario y tomando un traje azul marino examinó que corbata haría juego y partió al baño, ahí tomo una ducha de agua fría, lavó sus dientes y prosiguió con su cabello y ropa. Al terminar sujeto tu celular dirigiéndose a la puerta que se encontraba continúa en el pasillo.

Dio un par de golpes. — Es hora de levantarse. — Susurró con cierto cariño. — Toc toc.— Volvió a dar un golpecito. Cuando una voz salió del otro lado de la portezuela.
— Shi.— Una voz infantil y animada respondió.

Nanami no dijo más y partió con rumbo. La cocina, observó un poco de agua tirada y un vasito medidor con el dibujo de una caricatura infantil tirado sobre la barra, ladeó sus ojos ignorando, por el momento, aquello para comenzar a preparar el desayuno. No era nada ostentoso, un desayuno tradicional de arroz y frijoles dulces con una capa de curry, no es porque no quisiera cocinar pero Nanami deseaba ahorrar en su mayoría. Colocó un platito en la barra y, con ello, comenzó la actividad de hacer onigiris y salchichas en forma de pulpos como obento.

En el otro lado del departamento un niño de unos cinco años cepillaba su cabello rosado, contaba cada uno de ellos ya que papá Nanami le había dicho que eran necesarios 50 cepilladas para hacerlo correctamente, y Yuuji nunca lo desobediencia, así que al terminar acomodó su uniforme, dio una pequeño lustrado a sus zapatos y camino hacia la cocina a desayunar. Con cuidado subió el banquillo, ya que había roto otro en un ataque de emoción, se sentó mirando la espalda de su padre y sonrió con ternura.

— Hoy iremos al zoológico. — Gritó con emoción, llamado la atención del presente.
— Muy bien, recuerda comportarte. — No detuvo su deber de cocinar, pero su tono de voz era suave y melodioso siempre que tenía que tratar con el menor.
— Sí!!!! Crees que pueda tocar un león, me gutan lo leones. — Su cuerpo se balanceaba en el asiento y sus manos había olvidado los palillos comenzando a atacar su desayuno con las propios dedos.
— No, es peligroso. — Suspiro el adulto al notar, vislumbrar lo que hacía el niño a través del reflejo del microondas. — Itadori. — Su tono fue más grave buscando el regaño adecuado.
— Aaaaahhh perdón. .— Infló sus mejillas y chupando completamente sus dedos como una forma de lavarlos del curry, dio una lamida más tomando los palillos.
— No, no! Ve a lavarte las manos.

son solo retazos de historia inconclusa de JJk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora