Prólogo

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La luna llena brillaba intensamente en el cielo, su luz plateada bañando los antiguos muros de la Academia Nocturna. En el silencio de la noche, solo se escuchaba el susurro del viento entre los árboles y el lejano aullido de un lobo solitario. En lo profundo del bosque, una figura encapuchada se movía con sigilo, sus pasos casi imperceptibles sobre el follaje.

No podía imaginar cómo mi vida cambiaría aquella noche. Dormí plácidamente en mi cama, ignorante del poder que comenzaba a despertar en mi interior. Desde niña, había sentido que era diferente, pero nunca había sabido por qué. Mis sueños siempre habían estado llenos de visiones extrañas y criaturas imposibles, pero lo atribuía a una imaginación fértil.

A cientos de kilómetros de su hogar, en la Academia Nocturna, los habitantes de aquel lugar mágico y secreto también sentían el cambio en el aire. Los antiguos vampiros levantaban la vista hacia la luna, presintiendo una nueva energía. Los hombres lobo, en sus formas humanas, se agitaban inquietos, y los hechiceros consultaban sus grimorios, tratando de interpretar las señales.

En la sala principal de la academia, el director, un hombre de edad indefinida con ojos que reflejaban siglos de sabiduría, observaba una antigua profecía inscrita en un pergamino. "Una nueva alumna ha despertado", murmuró para sí mismo, sintiendo el peso de aquellas palabras. Sabía que la llegada de aquella alumna no solo cambiaría el destino de la academia, sino también el equilibrio entre el mundo humano y el sobrenatural.

Lejos de allí, en una pequeña habitación, algo me despertó de repente, mi corazón latiendo con fuerza. Había tenido otro de esos sueños extraños, pero esta vez lo sentí más real que nunca. En mi mente, una voz susurraba: "Ven a nosotros". Sin entender completamente lo que significaba, sentí una extraña mezcla de miedo y anticipación. Mi vida normal estaba a punto de desmoronarse, y un nuevo camino, lleno de desafíos y descubrimientos.

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