Capítulo 11

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Subí a mi habitación para pasar la noche llorando y comiendo palomitas. No quería ver a nadie, y mucho menos a él. ¿Por qué a mi? ¿Que he hecho yo para que siempre me quiten lo que amo? No es justo...yo lo quería, y una parte de mi siempre lo seguirá queriendo, pero no lo pienso admitir nunca en voz alta. 

Tocan a la puerta. Es pero con toda mi alma que sea el servicio de habitaciones, no me apetece tenerles que dar ningún tipo de explicación a mis amigas. Me levanté y fuí a abrir la puerta. 

Creo que mi cara de sorpresa pero a la vez de rabia lo dijo todo. Estaba tan enfadada que le cerré la puerta en sus mismísimas narices. Volvió a llamar a la puerta.

Joder...va a ser una noche movidita.

- ¿¡Qué coño quieres, Álvaro!?- le espeté más enfadada que nunca. Me había costado años de terapia superar nuestra ruptura. 

- Tranquilízate de una vez Liv

- ¿¡Cómo puedes decirme que me tranquilize?! ¿Tu sabes lo que me has hecho? He tenido que superar años de terapia para recuperar mi vida, ¡me destrozaste! Eres un egoísta, solo miraste por ti...¿no me llegaste a querer, verdad?

- Liv...

- ¡Que no!

- ¡Liv!- gritó, lo hizo tan fuerte que pegué un salto del susto que me llevé. - Tengo que contarte algo...

Me sorprendió el tono calmado con el que me lo dijo, parecía importante, así que a regañadientes le dejé pasar. Se sentó en los pies de la primera cama que vió, la de Gaby. 

- ¿Qué es eso que tienes que  decirme, si se puede saber?

- Verás,...no te dejé porque quería- paró unos segundos para pensar cómo enfocarlo- lo hice por una razón.

- ¿Supongo que con eso te refieres a que ya no me querías, no?

Que morro que tenía, me dejaba y en cuanto nos volvemos a cruzar me suelta todo esto...hay que tener narices, ¡joder!

- No, Liv, escúchame- me lo dijo en un tono tan serio y frío que no dudé en obedecerle- Me diagnosticaron cáncer. 

Soltó la bomba sin más. Me quedé sin palabras. ¿Que? No entendía nada...y a la vez lo entendía todo. Por eso los últimos meses que estuvimos juntos estaba más delgado, no tenía tanta energía como antes, tenía ojeras y la piel pálida como la nieve...ahora me daba cuenta de todo.

- Te dejé para que no tuvieras que preocuparte, quería verte feliz, y conmigo enfermo no lo estarías...

Ens ese momento me pusé a llorar como una desconsolada, no lo entendía, me lo arrebató todo. Habría sido más feliz con él a mi lado, aunque estuviese enfermo...eso no me importaba. De repente sentí una rabia inmensa hacia él, por habérmelo ocultado, por no confiar en mi.

- Lárgate- le dije en un tono que hasta a mi me pareció demasiado frío.

- Espera Liv...

- He dicho que te largues- le volví a decir, pero esta vez subiendo el tono. No lo quería ver, jamás, cada vez que lo tenía cerca mi mente me recordaba como me había hecho sufrir...no quería que eso volviese a pasar. Ni de coña. 

Salió por la puerta y yo la cerré de un portazo; en ese instante me daba igual lo que me tuvieran que decir los vecinos de la suite de al lado o los propietarios del hotel. En ese momento lo veía todo rojo, la rabia me cegaba...solo quería ver a una persona: a mi madre. Como yo y mi hermano vivíamos con mi padre, a mi madre solo la veía en navidades, así que la echaba mucho de manos.   Es ese tipo de madre a la que le puedes contar de todo como si fuese tu mejor amiga...y en aquellos momentos la necesitaba, y mucho. 

Busqué mi teléfono móvil, y cuando por fin lo encontré, marqué su número. 

Un tono, dos tonos, tres tonos,...saltó el contestador. ¡Maldita sea! Cuando más la necesito ni siquiera me coje las llamadas. De ahora en adelante tendría que buscarme a un confidente para desahogarme un poco, al menos durante estas vacaciones, que ya tengo más que entendido que se me harán eternas...



No sé cuántas horas pasaron desde que me dormí, pero en cuanto abrí los ojos vi que fuera hacía un día espléndido. Aún estaba agotada por las discusiones y los ratos llorando que pasé ayer, pero el día se tenía que aprovechar, ya que no teníamos todo el tiempo del mundo. 

Aún con la ropa de el día anterior, desperté a mis tres chicas favoritas y les expliqué los planes previstos para hoy. Estaba muy emocionada por conocer cada uno de los rincones de Ottawa, la ciudad donde nos alojabamos, pero solo disponiamos de dos semanas así que tendríamos que ponernos manos a la obra. 

Desde otros ojos - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora