El director nuevo que asumió ese año le agarró la loquera y puso como nueva ¿regla? ¿orden? ¿política? Un eso, que hacía que cada curso se encargaba de organizar cada acto y Agustín como delegado estaba por tener todos sus rulos vueltos canas. Los quería a los chicos de su curso, en general todos cooperaban y le hacían caso, pero está vez les agarró algo con ignorar sus pedidos.
A veces odiaba ser tan bueno.
Encima les tocaba el acto del día de la bandera y él había planeado algo que pensó que a todos les coparía, pero no. Era simple, bailar una chacarera y luego formar una gran bandera celeste y blanca, luego un poema hablando de Manuel Belgrano, la patría y ya está. ¡No era difícil!
Bueno, aparentemente para ellos sí. Así que, en contra tiempo, estaba buscando a chicos de otros cursos para que se pudieran sumar hablando curso por curso, junto a Alejo que en esta estaba obligado a seguirle.
El lado positivo en todo este estresante momento, era que varios chicos que sabían folklore se le unieron en el número especial y lo que faltaba era alguien que leyera las glosas.
De modo que estaba por entrar al tercer piso y vio los cursos en medio de las clases. Podía aprovechar e investigar en qué curso estaba el pelirrojo, otro lado positivo del tema del acto.
Con ese subidón de optimismo, ingresó junto a Alejo a la primera aula con su mejor sonrisa compradora y notó que otro intruso de otro curso estaba invadiendo, el chico con quien lo estuvieron jodiendo, shippeando, esas últimas dos semanas: Matías Soulé.
Lo estuvo evitando lo más que podía porque él claramente no lo estaba viendo el día que se desmayó, fue al colorado que jugaba con la suerte entre caerse o no de las escaleras. Quién habrá inventado esa vil mentira, ¡a él ni siquiera le agradaba Soulé!
—Perdone, profe— golpeó Alejo la puerta llamando la atención de todo el mundo, incluido el chico de sexto que se giró como la niña del exorcista al oír la voz de su amigo. —Le robamos cinco minutos.
—Eh —Carraspeó Agustín sintiéndose un tanto nervioso y le dio un vistazo rápido a los chicos en sus bancos y se encontró con cordoncitos. El universo estaba a su favor finalmente. —Para el acto del día de la bandera vamos a leer unas poesías y si alguno se copa me habla a mí o a él, y les pasamos lo que tienen que leer. Nos harían un re favor, ¿alguien se quiere sumar?
Hubo un silencio largo hasta que los murmullos comenzaron a surgir de vuelta y de pronto vio una mano levantada; era cordoncitos.
Definitivamente este era el día más feliz en lo que llevaba de trimestre.
—Dale, ¿cómo te llamas? —Preguntó manteniendo controlada la sonrisa en su rostro.
—Valentín Barco. —Respondió el chico con calma y sin apuros.
—Listo, gracias Valen por tu ayuda. —Agustín le guiñó el ojo como un impulso que ni él entiende por qué lo hizo, pero al momento que hizo ese gesto sintió el calor subir a sus cachete y podía jurar que estaba rojo como un tomate. ¿Por qué lo hizo?
Rápido, debía desaparecer del aula y no volver a salir de su curso.
Se dio media vuelta casi como un robot, todo tieso y mecánico cuando una voz lo detuvo. —¡Alto!
Dios… ¿Por qué Matías Soulé? ¡¿Por qué?!
—¿Queda algo para hacer? ¿Puedo participar? —Preguntó el chico desde el escritorio del profesor.
—Eh…—
—sí, siempre hay algo por hacer —Aseguró Alejo adelantándose a Agustín y acercándose a Soulé. —Pasame tu número y te paso en lo que podés ayudarnos.
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cordones desatados [gialen]
FanficAgustín siempre que ve por la ventana de su curso se pregunta cómo es que el colorado que va corriendo por las escaleras no se cae con sus cordones desatados.