capítulo cinco: la campera

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Valentín salió del depósito de pupitres unos cuantos minutos antes de que terminara la hora de educación física para no arriesgarse de que los descubran saliendo de ese lugar y luego le quiten ese espacio a Agustín. Él no querría hacerle eso al chico de rizos castaños.

De modo que ambos bajaron las escaleras, pero antes de hacer esto, Giay lo detuvo, se agachó y le ató sus cordones. Le había dicho que no quería que se caiga, así que esperaba verlo después con sus zapatillas bien atadas. A lo que le aseguró que trataría de no olvidarse.

Graciosamente, para entonces ya había logrado controlar los tonos rojizos que habían decorado su rostro con facilidad luego de cada gesto tierno de Agustín con él. Era mucho más bueno y amable de lo que había imaginado viéndolo de lejos. Es más, era mejor que la idealización que había hecho en su cabeza. En esa hora que pasaron juntos, aprendió sobre la familia del de rulos, le había contado sobre sus hobbies y actividades fuera del colegio, de que luego iría a su club a jugar a la pelota, también supo de las mascotas que había en su casa. Le comentó algunos chismes de quinto, algunos que le involucraban junto con Mati Soule de comunicaciones, negando rotundamente que algo sucedía con el de sexto, que era puro invento de sus compañeros.

Una vez en la planta baja, mientras se ofrecía a acompañarlo, Giay recibió un llamado de sus padres diciéndole que debía salir, que lo estaban esperando afuera. El mayor le dio una sonrisa, pidiéndole perdón y se retiró con rapidez de las instalaciones del colegio.

Así que Valentín estaba caminando a paso lento devuelta a la cancha a paso lento intentando caer en que Agustín Giay, el chico que le gustaba, habían pasado tiempo juntos por ofrecimiento del mayor. Había actuado Giay para acercarse a él primero, bueno, casi, él se ofreció para el acto, pero Agustín lo había buscado y ayudado. 

¿Podría ilusionarse? ¿podría pensar que tenía un poco de esperanza?

No, no, Agustín había sido amable con él porque era un buen chico, no porque existía una mínima posibilidad de que podría corresponder a sus sentimientos. A ver, ni siquiera sabía cuáles eran los gustos del de quinto.

—Barco, ¿ya está libre? —Le llamó el profesor interrumpiendo el hilo de sus pensamientos. El colorado levantó su cabeza y miró al adulto que estaba observándole con una ceja enarcada, junto con sus compañeros que se voltearon a verle. —Va a ayudar a Romero a guardar las cosas.

—Sí, sí.— Se sacó su mochila, la dejó en las gradas y se unió a su amigo que ya estaba recogiendo los conitos. 

—Che, Valen— Le llamó una de sus compañeros tomando agua desde las gradas en voz alta, el pelirrojo se volteó y buscó con la mirada al grupo de chicas que se le acercó. —¿Y esa campera?

Miró lo que tenía puesto y se dio cuenta que no le devolvió la prenda de ropa a Agustín, encima ya se había ido. Eso significaba que tenía una excusa para hablarle al día siguiente.

¡Seguiría hablándole!

Ahora, ¿debería contestar con la verdad o hacerse el misterioso? 

—Epa, esa la que tenía puesta Giay. —Indicó Lola deschavándolo.

—Cierto que están preparando el acto, ¿estaba Mati Soule? —Se unió a la conversación Abril, otra de sus compañeras. Valentín agradeció desde su alma que no siguiera con la otra pregunta.

Cierto, si mentía tenía que pedirle al de sexto que le siga con la mentira, lo que no estaba seguro que el chico lo vaya a hacer. Si decía la verdad que no estaba tenía que inventar algo más para no exponerlos. Además, qué podrían estar haciendo que los haya hecho tardar tanto en organizar.

—No puedo creer que Facu sea tu novio y seas fan de Soulé.— Molestó Lucía a la chica.

—Facu conoce sus límites— Justificó con una sonrisa y le miró al colorado esperando por la respuesta.

—Eh, no, no estaba Mati —Respondió Valentín. —Creo que se fue antes.

Con eso dicho siguió con su tarea de guardar las pelotas que se utilizaron en la clase.

***

—Entonces, contame — pidió Luka mientras iban a la parada de colectivo juntos. —¿Cómo es que tenés la campera de Giay?

—¿Más para tu investigación?

—Como ya oíste, Soulé quiere sacarse de encima ese shipeo con Giay y quizás un poquito el desviar esa atención le ayudaría. —Explicó el de pelo largo. —Dale, podemos juntarnos con la estrellita de la promo. ¡Y es buena onda! ¡Vos lo viste! Quiero seguir juntándome con él.

—Y yo quiero seguir hablándome con Giay, mira si se aleja porque surgen estos rumores.

—Giay no se ve de ese tipo de persona.—Animó el más bajo. —Yo hago un poco de voces de que te la prestó, no sé. Además, de seguro ya las chicas esparcieron que tenés la campera de Giay. Ahora yo quisiera saber por qué.

—Nada, solo me hizo frío, él insistió con prestarmela, pero me olvide devolvérsela. —Explicó sonrojándose de paso. —No quiero que me deje de hablar así que más vale que te quedés callado.

—Valen, Colito, Colo de mi vida —Lo detuvo su amigo en medio de la vereda y lo abrazó. —¿Cómo me ves capaz?


***


Agustín llegó al colegio como siempre, se sentó en su banco y se puso a recordar lo que debía hacer ese día, organizar las prácticas del acto con los número especiales y pasarle las glosas a Valentín, el colorado con quien había estado en su lugar secreto. Nadie sabía de ese espacio, ni siquiera Alejo conocía el lugar a donde se escapaba cuando se sentía desbordar. Sin embargo, Valentín Barco lo hacía y no sabía qué fue lo que lo llevó a abrirse de ese modo.

Pero ya estaba hecho y ojalá que el chico sea de confianza, a quien iría a ver en este primer recreo. Primero para darle las glosas para que vaya practicando y también para pedir la campera que le prestó.

El timbre sonó y se dirigió al curso del pelirrojo sintiéndose por demás observado en todo el camino. Llegó al aula, tocó la puerta e ingresó.

—¿Está Valen? —Preguntó mirando a los estudiantes todavía sentados ahí dentro hasta encontrarse con los ojos del colorado y el leve sonrojo en los cachetes de este. —Traje las glosas para el acto, es una poesía.

—Sí, sí— Se levantó de su asiento y se acercó al de quinto para recibir las hojas..

—Podemos practicarlo juntos, si querés. —Propuso con una sonrisa. 

—Claro, sí —Aceptó con mucho entusiasmo para sorpresa de todos sus compañeros.

—Ah, antes que me olvide. —Giay tomó la muñeca del colorado. —¿Trajiste mi campera? Ayer me olvide de pedirtela.

Valentín asintió y rápido fue a buscar en su mochila, la bolsita con la campera y se la pasó. Los murmullos incrementaron. En el momento en que Agustín le dio un corto abrazo de agradecimiento, los chicos del curso soltaron al unísono vitoreos a escena frente a sus ojos.

—¡Buena, Valen!

El colorado se giró a su amigo con el ceño fruncido, lo iba a matar a Luki.



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Jajajs comenten <3

cordones desatados [gialen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora