N

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Ni siquiera sabía que hora era, pero si sabía que era muy tarde y que debía levantarse, cambiarse y quizás hasta ducharse. Se levantó de la cama y empezó a desnudarse, cambiando el pijama por su bermuda de piscina y una chaqueta blanca, cuando de repente en su cadera advirtió algo, "¿una letra?".

"Esto es raro, pero..."

"Quizá solo es un dibujo, aquí todos están locos"

Intentaba decirse mientras tapaba esa "mancha innecesaria", le había llamado él a aquella N grabada en su cadera.

Solo quería despertar y comprobar que solo había sido un sueño. Quería morirse, porque la única persona que se le venía a la mente con la letra N era el paramilitar molestoso y estúpido que siempre intentaba alterar sus nervios.

Terminó de vestirse con desilusión y esperó a que Kuina llamara a su puerta para salir y hacer cualquier tontería, aunque deseaba que ese momento no llegara y quedarse en su cuarto hasta tener que renovar su visa. "¿Cómo he podido ser tan tonto de llegar a este nivel de amor?" seguía repitiéndose mientras divagaba en su mente.

Su puerta fue tocada y se asomó una cabeza con rastas, que veía al más moreno con curiosidad.

-¿Ha pasado algo? se te ve mal.

El rubio se giró y la miró con desgana.

-No, nada.

La chica no tardó en responder con desconfianza, sabía que le había pasado algo, pero, ¿el qué?

-Está bien... supongo.

Salieron del cuarto y se dirigieron al comedor, ambos tenían hambre. Aunque el hambre del más bajo no tardó en desaparecer al ver al peli negro, el fruto de su desesperación. 

"Su nombre empieza por N"

Hizo desvanecerse ese pensamiento al instante.

"¿Qué estoy pensando? soy Chishiya Shuntaro, no me enamoro de cualquier imbécil"

Pero pronto su corazón quiso convencerlo de lo contrario.

"Qué lindo" pensó e inmediatamente se volvió a callar. En serio se estaba desesperando.

-Llevas todo el día perdido en lo tuyo- comentó Kuina, preocupada por su amigo.

-Siempre estoy perdido en lo mío- respondió él sin prestarle atención. Si bien era cierto aquello lo  que decía su amiga, no lo pensaba admitir, y mucho menos explicar.

-Pero hoy mucho más

-Déjalo, en serio. No te tienes que preocupar por mi, me sé cuidar solo- dijo ya harto de las preguntas e insinuaciones de su amiga, no quería seguir pensando en el tema.

-Lo sé, solo quiero asegurarme- dijo Kuina, que en su mente el rubio estaba en una crisis hormonal o algo parecido.

-No tienes porque hacerlo.

Parecía molesto, y eso a Kuina no le gustaba, él se solía ver burlón y tranquilo. "Un cambio demasiado repentino" pensó.






marca - nirashiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora