Hay cinco cosas que vuelven loco a Namjoon.
1; La forma en la que el rostro inocente de Seokjin se torna carmesi cuando el le susurra cosas indebidad al oido.
2; Como Seokjin desciende la mirada cada vez que lo siente cerca.
3; Como Seokjin se resis...
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Namjoon resopló y pasó su mirada desde un extremo hasta el otro, mientras el sonido de su caja torácica se levantaba bruscamente una y otra vez. No podía soportar ver el rostro perturbado de su madre, la mirada de odio de su hermana y las estúpidas reacciones de toda esa gente falsa, que lo miraba como si hubiese asesinado a alguien.
Ahora era el momento en que empezaría el verdadero escándalo, así que sin tolerarlo más, salió corriendo rumbo a las escaleras, sintiendo cómo los pasos de Seokjin iban siguiendo los suyos. Abrió la puerta de su dormitorio de un empujón y se pasó ambas manos por la cabeza, tirando de su cabello hasta que lanzó la silla de su escritorio de una patada y se giró hacía Seokjin, que mantenía la cabeza encogida, los labios apretados y una señal de vapor alrededor de los ojos.
—Día horrible... debi haberle partido toda la cara.
Se quedó en silencio y solo escuchó el sonido de su propia respiración tosca y acelerada durante el resto de los cinco minutos. Seokjin suspiro y se pasó el dorso de sus manos por sus ojos, escuchando el sonido de la puerta al cerrarse detrás de si.
—No me pareció bien lo que hiciste, Joonie... —susurró al fin con un hilo de voz, inhalando profundamente y dejando escapar el aire con lentitud.
—¿Qué? ¿no escuchaste todo lo que él me dijo?
—Lo que él dijo no estuvo bien tampoco, pero...
—Estaba viéndolo todo desde esta ventana —Namjoon exhaló y apuntó una de las ventanas con el dedo indice—. Te estaba mirando todo el tiempo y esperaba que todos estén cayendose de borrachos para irte a traer y dar una vuelta allá afuera. Todo estaba bien hasta que ese idiota se te acercó y te jaló como si nada. Eso me hizo explotar.
—Solo quería conversar y me llevó con sus amigos para presentarmelos.
—Aja, claro —respondió con sarcasmo, sin dejar de mirarlo.
Observó cómo el menor estornudaba y luego se cruzaba de brazos. Le había hervido la sangre cuando lo había visto entre los brazos de Hoseok; le había hervido la sangre a tal punto que le era imposible controlarse y ahora el estaba ahí, evitándole la mirada, como si no quisiera hablarle.
—¿Te has enojado? —lanzó, soltando el aire con rapidez—. Seokjin, tampoco es para tanto.
—No, no estoy molesto, solo es que me asusté muchísimo cuando sentí que tu hermana y tu madre iban a venir....
Se pasó la mano por la cabeza repetidas veces y exhaló, rascándose la nuca, al tiempo que colocaba la silla de vuelta a su lugar y se sentaba de un golpazo sobre ella. Toda la rabia que sentía parecía haberse congelado, pero cada vez que recordaba lo sucedido hace más de veinte minutos, el hielo se volvía a quebrar. Lo miró y algo volvió a agitarse en la parte superior izquierda de su pecho.
—Ya, está bien, lo siento, pero él me colmó la paciencia.
Lo siento.
Tragó en seco; esas palabras en su boca sonaban tan extrañas en él.