Hay cinco cosas que vuelven loco a Namjoon.
1; La forma en la que el rostro inocente de Seokjin se torna carmesi cuando el le susurra cosas indebidad al oido.
2; Como Seokjin desciende la mirada cada vez que lo siente cerca.
3; Como Seokjin se resis...
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—Namjoon, ¿qué es esto?
Namjoon dejó caer su mochila sobre una mesa y enseguida, se lanzó sobre la hierba del enorme patio de su casa, extendiendo un brazo para atraer a Seokjin consigo, quien cayó a su lado, sin dejar de mirar atentamente lo que tenía entre manos ni un solo segundo.
—Fotos, ¿no dijiste que querías fotos mías? Las estuve revisando en toda la clase y esas son las menos ridículas.
Seokjin abrió el sobre de papel con cuidado y se giró hacia él con los ojos llenos de una combinación entre ilusión y emoción que le sentaban a la perfección y una enorme sonrisa que le adornaba todo el rostro y le hacía destellar rayos hacia todas las direcciones posibles.
—¿Me las estás obsequiando?
—Si las quieres... en realidad, pensaba romperlas, pero luego las dejé en una caja y se me olvidó. Son estupideces y algunas tienen más de diez años.
—¿De verdad son todas mías?
—Si las quieres.
El menor se pegó el sobre al corazón y soltó un grito de emoción.
—¡Gracias, te amo! —rio, prendiéndose de su brazo con todas sus fuerzas.
Saco todas las fotografias que estaban dentro y se puso a ver una por una con una enternecida sonrisa en los labios, mientras Namjoon hundía los dedos en su cintura, pegándolo más a él, sin perderse ninguna de sus expresiones. Porque por más que no quisiera, no podía evitar que sus ojos se prendiesen de hasta el mínimo gesto que hacía y que algo en su pecho se moviera de arriba para abajo y chocara entre todas las paredes de su cuerpo cuando lo hacía. Y aunque le resultara incómodo sentir eso, no podía dejar de hacerlo.
—Está es mi favorita. Te ves muy tierno.
—¿Tierno? —en la fotografía aparecía cuando tenía cinco años y provocaba de todo menos ternura—. Parezco un demonio.
—No, pareces un ángel, un cachorrito ángel.
—¿Qué diablos?
Escuchó sus risas musicales y solo atinó a fruncir el ceño y arquear una ceja, sin poder contener una carcajada también.
—¿Para cuándo fue esta? —Seokjin tomó una y se la mostró, más entusiasmado.
—Fue para el aniversario de mi escuela, toqué con un grupo y lo hice genial.
—Seguro que fue más que genial. Te ves muy bien con la guitarra y el micrófono.
Se quedó callado y cuando el jodido viento del atardecer le golpeó todo el rostro, tampoco dijo nada y siguió observando la forma en que Seokjin dedicaba largos vistazos a cada una de las fotografías, como si estuviera analizando algo muy importante.
—Me gustan todas, me gustan mucho, las conservaré y las tendré siempre conmigo —mencionó al fin, envolviéndolas con rapidez y recostándose en su hombro—. Muchas gracias por dármelas.