ANTICIPO #LQNHD

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Prólogo 

Lo que nos hicieron desear - (Amílcar Devine, 1826).

La medianoche se acerca, por quinta vez tengo en la mano un juego de naipes que me favorece. Esto no ha de ser sorpresa para los demás y siendo sincero el ganar por quinta vez consecutiva me ha desencantado y matado el entusiasmo.

El salón de la casa de apuestas está lleno de hombres en busca de fortuna, o en el peor de los casos, en busca de perderlo todo, goza de buen ánimo de todos los presentes, incluyendo, al menos era así, hasta que lord Voyl interrumpe en la habitación, destacando por su torpe andar y su desaliñada apariencia: lleva el cabello —de color castaño como la madera caoba— desordenado al igual que las partes de su traje y en un alto grado de embriaguez. Inclino brevemente la comisura de mis labios pensando con ironía, ¿cómo muchos caballeros gozan del afán por llegar a ese estado? Si bien, tuve mi época, la experiencia me sirvió lo suficiente para dejar la bebida y no encaminarme más a esa lamentable situación.

Restando importancia a mis cavilaciones y regresando al juego, el crupier destapa la última carta, generando en mí —de manera inconsciente e imperceptible— una leve satisfacción. Ocultando mi emoción, conservando el ánimo de mi victoria, decido mirar alrededor y a cada uno de los demás caballeros e intuyo, por sus expresiones, que se encuentran en completa incertidumbre.

—¿Caballeros? —incita el crupier.

—Por Dios y por cada uno de mis santos que... —habla uno, su irritación destaca en su voz mientras exhala el humo de su pipa— ...si el señor Devine gana de nuevo, me retiro para siempre de estas apuestas.

No evito que se me escape una sonrisa maliciosa, estoy ganando este juego de nuevo y con ello, mucho más dinero, por supuesto, sus comentarios son la menor de mis preocupaciones. Cada uno de los participantes destapan uno a uno sus cartas, algunos con expresiones de preocupación y expectación cuando el próximo muestra su juego y, para mantener la tensión y prolongar mi victoria, decido ser el último en hacerlo.

Todos me miran expectantes y puedo jurar; que jamás he visto a estos hombres tan atentos de algo distinto a una hermosa dama o si de algo de sus fortunas se tratase. Permito pasar unos cuantos minutos hasta que por fin destapo mi última carta.

Sonrío con júbilo —aunque para mí la victoria siempre fue evidente— mientras que ellos, en cambio, viran sus ojos con desdén, algunos me miran con admiración y por supuesto, otros niegan con la cabeza sin dar crédito a mi buena racha.

—Son excelentes para mi entretenimiento, señores. —digo sin dejar de sonreír, algunos emiten bufidos en lo que el crupier junta las bolsas de chelines y las fichas para moverlas en mi dirección

—¿Desea continuar, señor Devine? —pregunta él.

—Ya está, señores —se pone de pie, el mismo que anunciaba su retirada minutos antes— ha sido todo un placer. Como he dicho, me retiro, ya he perdido suficiente.

Me río al unísono con los presentes del juego mientras él se despide con un breve movimiento de cabeza para luego alejarse de la mesa. Miro mis ganancias para luego desviar mi atención a lord Voyl quien, repentinamente y sin ser invitado, ocupa el lugar que dejó el otro caballero.

—Mi lord. No deseo ser imprudente y con todo respeto, ¿se cree capaz de jugar? —pregunta con breve preocupación uno de los hombres a su lado— no luce en condiciones.

—Soy yo quien —arrastra este las palabras— decide si lo estoy o no. —finaliza de forma cortante.

Por desgracia, el fuerte hedor y peste a alcohol que emana su boca se filtra en mis fosas nasales provocándome un fuerte disgusto, en señal de eso, aprieto los labios.

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2023 ⏰

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