Capítulo 9 - (Ágata Banks)

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Casi por tercera vez, desde el momento en que el señor Devine se fue detrás de mí padre –que no lo considero mi padre después de todo por lo que nos ha hecho pasar a mi madre y a mí–, arrugo la falda de mi vestido como señal de ansiedad

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Casi por tercera vez, desde el momento en que el señor Devine se fue detrás de mí padre –que no lo considero mi padre después de todo por lo que nos ha hecho pasar a mi madre y a mí–, arrugo la falda de mi vestido como señal de ansiedad. No hay ninguna señal de lord Bridge, lady Farell ni de ambos señores Devine.

–Hija, detente –me reprende mi madre al lado.

La miro con la desesperación asomando por mi rostro.

–No puedo madre, mi corazón está a punto de colapsar –me toco la garganta con cautela. Esta situación termina de quebrantarme los nervios.

–Tranquila hija –dice, sus manos me acarician suavemente los brazos.

A pesar de que ella esté más indefensa que yo en estos momentos, es capaz de trasmitir fuerza desde su hermosa alma, eso conmueve y alivia un poco mi corazón, ella siempre lo hace.

–No puedes arriesgarte a que lord Hugh y los demás se den cuenta de tus emociones de esa forma –continua con voz pasible.

–Tienes razón madre... esta situación...

–Ah, mira, ahí están –sonríe mirando por encima de mi rostro.

Cierro los ojos un momento suspirando de alivio.

Mentalmente me obligo a calmarme, ahora que mi madre los ha visto.

Abro mi abanico mientras me doy aire con él, giro sin demasiada prisa. Miro a lady Farell que, para mi sorpresa, me mira fijamente mientras sube por un lado la comisura de sus labios. No reacciono ante eso, pero si me hace pensar que hay algo que esa dama se trae entre manos y por el mismo instinto, al igual que con lord Hugh, supongo que no es nada bueno.

Al otro lado, observo a los señores Devine caminando uno al lado del otro mientras se dirigen hacia su padre, que está conversando con otros lores. El señor Devine, me mira fugazmente y algo me dice que lo que sea que hayan encontrado, no es para nada del agrado de ninguno. Una mano se sitúa sobre mi cintura atrayendo por completo mi atención, después siento unos fríos labios sobre los míos, viendo a lord Hugh con los ojos abiertos. Mi cuerpo se pone tenso enseguida y no le correspondo el beso.

Él cae en cuenta, sus ojos tienen una pequeña capa de brillo y algo de ternura en ellos, eso sí me sorprende aún más «algo muy malo está pasando aquí» grita la razón dentro de mí. Él se separa de mí con una sonrisa en el rostro, de esas sonrisas que derretiría a cualquiera, excepto a mí.

–No he bailado contigo desde que empezamos el evento –dice, su voz calmada.

–¿Se encuentra bien, milord? –digo entrecerrando los ojos ligeramente, busco rastros de indicios de maldad, pero no están.

–Más que bien, esposa –dice sonriendo aún más.

Me quita con delicadeza el abanico de las manos lo deja sobre la mesa más cercana, después me guía sin darme cuenta hasta el centro del salón, su mano envuelve mi cintura a la vez que, con la otra, entrelaza mis dedos. Comienza a bailar mirándome fijamente, internamente entro en pánico, sigo repitiéndome que algo no está para nada bien. Decido mirar hacia los demás mientras bailamos.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora