Prefacio: Lazos

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No sabía que lo encontraría ahí, estaba dando todo por esa chiquilla peleaba y hablaba sobre el amor. Desde que me fui solía decirme que ya no me afectaba, que el tiempo quitaría todos aquellos sentimientos que me hacían tener por Naruto.

Me equivoqué, en todos los sentidos me equivoqué.

Solo había ido a una misión encomendada por Orochimaru. Aún a pesar de haber cumplido la misión que se me encomendó, siempre, de alguna u otra forma, tenía que ir detrás de Naruto y cubrir su espalda.

Aún hacía que mi corazón latiera desenfrenado por él y que de forma ridícula mis manos sudaran por lo nervioso que podría ponerme, pero siempre fui —en ese punto de mi vida— muy malo para demostrarlo.

Yo había sido el causante de romper nuestros lazos para poder alcanzar mi tan anhelado deseo. La oscuridad se aferraba fuertemente a mi corazón, tanto, que casi y escúchame bien, casi hacía que comenzara a odiar a Naruto, pero no podía, era imposible para mí.

Escuchar a esa niña solo me hizo ladear la cabeza. Amor... Ella amaba tanto a su maestro, lo veía como aquel que le guió por un camino distinto, que la salvó, quien se volvió su discípula.

Pero el hombre se burló de ella, entrecerré mis ojos ante tal acto tan repulsivo. Él tenía más oscuridad en su corazón de lo que yo tenía en ese momento.

Después de todo el desastre que se hizo en aquel templo del cielo, luego de que volvió a acercarse a mí por más que intenté alejarme por medio de todo lo posible, me di cuenta de que tal vez, jamás pudiera volver a estar cerca de Naruto. Que no habría otra posibilidad en la tierra y que yo terminaría por separarme de forma definitiva de él, por más que Naruto continuará diciendo que me haría volver, aunque fuese a golpes.

Era muy egoísta de mi parte, pero no podía permitir que nadie más que yo lo salvara de caer.

Tenía entre sus brazos a Naruto, no había mucha dificultad, el rubio no era tan pesado. Había regresado por él, luego de que Naruto había destruido todo el lugar, él simplemente no quiso irse como si nada. Estaba débil, aunque chakra no podía hacerle falta, no cuando tenía al Kyuubi dentro de él.

Le curaría algunas heridas, lo dejaría descansar y después le pediría que se fuera. Al final, le llevaría ese maldito pergamino a Orochimaru o tal vez primero lo llevaría, aún estaba con esa duda.

Lo llevó hasta la cascada donde él habitaba, hasta el fondo y lo acostó en aquel futón que tenía sobre el suelo. Cuando lo vieran regresar, sabrían que tal vez estaba con él y lo más seguro fuera que esa niña llamada Amaru se los dijera, que un chico con alas se lo había llevado. Porque ese es el efecto que tenía aquel sello de maldición con él.

Igual no irían por él, porque estaba seguro de que Kakashi sabía que Naruto regresaría a más tardar al día siguiente. Ahora el rubio debía descansar.

Sasuke salió hacía donde estaba la cascada, se quitó la bata por la parte superior, dejando su espalda al descubierto, se mojó la cabeza y dejó que las gotas de agua bajarán por su rostro hasta la curvatura de su cuello.

El rubio estaba comenzando a despertar, al abrir los ojos intentó ubicar en dónde estaba. Sintió el futón debajo de él y encima una sábana, se talló los ojos e intentó levantarse, aunque se detuvo cuando vio a otro chico entrar. Sus ojos se abrieron en señal de sorpresa al ver a Sasuke y nunca imaginó que aquel pelinegro lo llevaría a su «guarida».

—¿Qué hago aquí? —preguntó Naruto confundido e intentando no ver a Sasuke por ningún motivo, estaba empezando a ponerse nervioso.

Y es que, para Naruto, no era difícil reconocer que Sasuke le atraía en cierta manera. ¿Cómo lo supo? Bueno, estaba entrando en la adolescencia cuando los sueños extraños comenzaron y el protagonista de ellos, además de él, había sido Sasuke. No entendía qué estaba pasando, luego Jiraiya le explicó ciertas cosas, lo que hizo que comprendiera su atracción hacia el Uchiha.

The Last | NarusasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora