𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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Tokio, Japón.

Lunes 8:10 am.

—Estamos aquí justos a tiempo, como me gusta.—Musitó encantado Yoongi en cuanto bajo del auto y sonrió al sentir la fría brisa golpearle su rostro.

Yeonjun bajo con pereza, mirando alrededor a muchos jóvenes más o menos de su edad, algunos recién llegando como él, y otros ya en grupos. Bostezó y se apoyó en el vehículo mientras su padre se colocaba a su lado.

—Vamos, bebé, no será tan malo.—Le prometió al notar su mirada aburrida observando alrededor.

—Solo hay niños ricos. Muy mimados a mi parecer.—Reprocho notando autos última generación, adolescentes con aires de superioridad y padres con trajes elegantes.

—Donde encajas muy bien porque eres jodidamente mucho más rico que ellos, amor.—Dijo con obviedad y diversión, haciendo reír a su hijo.

Rara vez su padre decía groserías, aunque pensándolo bien su padre nunca fue así (palabras de su Tío Kookie). Ahora mismo deseaba que su padre fuera algo Cool y le dijera que se fuera con él en vez de quedarse.

El mayor se dio que había animado un poco a su hijo, pues el chico había sonreído y negado con la cabeza con diversión.

—Espero que no sea tan malo como lo imagino.—Murmuro el chico jugueteando con el colgante de medio corazón de oro blanco que colgaba de su cuello desde que tenía memoria.

—Verás que no, amor.—Dijo su padre.—Vamos a la oficina del encargado, debes firmar tu asistencia.—Le recordó, mientras pasaba su brazo por los hombros de su hijo.

No tardo mucho para que una limusina aparcara y SeokJin saliera de esta acomodando sus lentes de sol negros y metiendo sus manos en los bolsillos de su elegante y caro traje, llamando la atención de varias mujeres que estaban acompañadas por sus hijos.

Soobin rodó los ojos cuando observo a su padre coquetearle a una de las mujeres que estaba a uno pocos metros de ellos. Suspiró aún dentro del auto, mientras tocaba su fino colgante de mitad de un corazón de oro blanco que su padre según le había dicho, le había colocado en cuanto nació.

Después de ese momento Soobin jamás de los jamases se lo había quitado, era una pieza tan valiosa para el, tanto en dinero como sentimental. Además el pelinegro le encantaba el delicado mitad de corazón que colgaba de la cadena, y el particular grabado de la parte de atrás de pequeñísimas letras que dejaban leer su nombre junto a su fecha de nacimiento.

Era un objeto singular, y no solo por ser de puro, brillante y caro oro blanco; en realidad era más que eso, ya que su padre le había contado que él mismo a sus veintiún años había creado esta pieza especialmente para él, y no había otra igual en el mundo.

El chófer le abrió la puerta y Soobin negó a bajarse, haciendo a su padre molestarse un poco.

—Es hora que bajes.

Soobin resopló con molestia y bajó, suspirando cuando noto la cantidad de jóvenes que se encontraban allí.

—Por lo menos son de mi clase social.—Murmuró el chico notando a todos allí venían de buenas familias como la suya.

—¿Lo ves? No es tan malo como lo imaginabas.—Le dijo su padre.—Harás muchos amigos, apuesto a que harás conexión con muchos de ellos

—¡Claro! Como por ejemplo odiar mucho a nuestros padres que no saben mejor idea de deshacerse de sus hijos que esta.—Soltó con fingido entusiasmo.

SeokJin negó con la cabeza, y se quito los lentes para mirar directamente a su hijo.

—Te prometo que después de esto hablaremos sobre dejar el colegio y demás.—Le dijo con sinceridad.—Simplemente quiero que aprendas algo bueno de aquí.

ː͡➘₊̣̇ 𝐖𝐚𝐲 𝐡𝐨𝐦𝐞【𝐉𝐢𝐧𝐬𝐮】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora