Parte 1 - Partida

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Hace años que había hecho el primer escrito de este fic, cuando empecé en el fandom de kuroshitsuji, con el tiempo, he reencontrado mis antiguos escritos, y he decidido arreglarlo para darle un poco mas de coherencia.

Este es el resultado del rework, espero les agrade, y agradecería mucho si pudieran dejar sus comentarios

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Una shinigami en la casa Phantomhive

Capítulo 1 - Partida

La luz rojiza del atardecer se colaba por las ventanas de la pequeña y modesta habitación de paredes blancas, una cama individual, un pequeño escritorio con algunos libros y un ropero completaban el mobiliario del lugar. Lo único que no cuadraba en aquella minimalista decoración, era una katana perfectamente afilada, reposando en su funda de color negro, colgada sobre la cabecera de la cama.

La joven shinigami paseaba incesantemente por la modesta vivienda, estaba cansada de no hacer nada, su hermano se había marchado meses atrás sin decirle a donde, simplemente que tenía trabajo que hacer, y no había regresado. Se sentía sola en aquella casa, inclusive en las oficinas, que siempre estaban repletas de shinigamis yendo y viniendo, todo le parecía aburrido. Suponía que, si su hermano no había regresado aun, es porque debía estar en algún rincón del mundo humano acosando a algún hombre sexy que se hubiera encontrado.

Jill Sutcliff, era una shinigami de poco menos de un siglo de edad, aún era joven entre los de su propia especie, alta, de piel nívea y suave, sus ojos verde y amarillo contrastaban con su largo cabello de color azul brillante. Su trabajo, al igual que muchos de los suyos, era juzgar y recolectar las almas de los seres humanos. Aunque últimamente, todo estaba bastante tranquilo.

Su localizador personal comenzó a vibrar en esos momentos, debía presentarse cuanto antes en las oficinas de recolectores, directamente con su superior, se preguntaba qué había pasado esta vez, ¿una recolección grande? ¿O su hermano había vuelto a meter la pata estando fuera? Como fuera, no lo iba a averiguar quedándose tumbada en su cama. Se vistió rápidamente, se colgó la katana al hombro y salió de casa.

Llegó en pocos minutos a las oficinas, un edificio alto, de grandes ventanales, muy distinto a los edificios que existían en el mundo humano. El personal iba y venía constantemente, se preparó mentalmente antes de entrar y dirigirse directamente a la oficina de su superior, William T. Spears.

Llamo un par de veces a la puerta, antes de entrar a la sobria oficina de paredes blancas, y un enorme ventanal que abarcaba un muro completo al fondo, dando vistas al exterior, un escritorio aburrido, una silla giratoria de oficina al otro lado de este para el encargado, y 2 sillas más para los citados eran todo el mobiliario del lugar, sin mencionar una horrenda alfombra de mal gusto extendida en mitad de la habitación.

— ¿Quería verme, supervisor Spears? — dijo de manera serena, permaneciendo de pie en mitad de la oficina.

La silla principal, que hasta ese momento había estado dándole la espalda, giro lentamente, dejando a la vista a un hombre alto y delgado, vestido con un traje a medida, perfectamente planchado, de facciones alargadas, y cabello negro perfectamente peinado, sus ojos verdes y amarillos, como los de ella y el resto de los shinigamis, estaban enmarcados por unas gafas cuadradas, sus cejas bastante pobladas y ascendentes, le daban una apariencia de estar frunciendo el ceño todo el tiempo, o quizá si estaba frunciendo el ceño en ese momento.

Analizó su vestimenta de manera rápida, a diferencia de su pulcra vestimenta, ella simplemente vestía con una blusa de tirantes negra, por debajo de una camisa de vestir blanca, arremangada hasta los codos, unos shorts de mezclilla que dejaban a la vista sus blancos muslos, una pernera multiusos en su pierna derecha y unas botas tácticas de color negro complementaban su atuendo. Además de que su larga y azulada cabellera estaba sujeta en una cola de caballo alta.

Permaneció de pie sin inmutarse, el análisis inicial terminó tan rápido como un parpadeo, William se puso de pie, y caminó hacia ella quedándose a pocos centímetros de distancia. Paso saliva al ver su mirada glacial.

— ¿sucede...algo? — preguntó secamente al verlo tan cerca de ella

— ¿Dónde están tus anteojos de shinigami, Jill Sutcliff? — pregunto de manera firme

— ¿Solo para eso me llamaste? — pregunto irritada — ¿De verdad? ¿Para preguntar por mis gafas? — agrego de manera insolente, tanto que se había dejado de formalismos.

— Eres muy parecida a tu hermano — le respondió acomodándose las gafas — Siempre mostrando desdén por las reglas — agregó en un tono rígido

Jill soltó un suspiro de resignación, si quería que Will le diera más información, tendría que acoplarse a sus ridículas reglas. Sacó un estuche de su pernera, al abrirlo, dejó a la vista unas gafas cuadradas, de armazón metálico delgado, de un color azul que combinaba con su cabello. Tomó las gafas y se las colocó inmediatamente.

Era bien sabido que los shinigamis tienen sentidos agudos, exceptuando por la vista, eran seres cortos de visión, por ello requerían de anteojos especiales y resistentes para soportar su trabajo, pero para ella no era así, su visión era bastante aguda, podía ver perfectamente sin necesidad de usar gafas, a decir verdad las suyas no tenían absolutamente nada de aumento, pero, estaba estipulado en el ridículo reglamento de los recolectores de almas que debían portar sus gafas y su guadaña de la muerte para realizar su trabajo, y, si había alguien en ese edificio que seguía las reglas al pie de la letra, ese era William T. Spears.

— ¿Está mejor ahora? — preguntó sin inmutarse

— Si, está mejor — respondió relajando un poco su rígida postura

— ¿Para qué fui llamada? — insistió

— Te he citado aquí, para preguntarte acerca del paradero de tu hermano, Grell — respondió de manera autoritaria — ¿Sabes acaso dónde está?

— No lo sé — respondió de manera neutral — Creía que tú lo habías mandado en una misión de recolección ¿O me equivoco? ¿Sabes dónde está?

— Así es, hace unos meses lo mande a Londres, a recolectar el alma de una prostituta cuya causa de muerte sería apuñalamiento en múltiples ocasiones.

— ¿Qué hay con eso? — pregunto confusa, no es que aquello fuera a ser un impedimento para su hermano

— Además de ella, han muerto otras 2 mujeres, igualmente ejercían la prostitución, en los alrededores de la zona de la primera recolección.

— Suenas un poco despectivo, Will ¿Acaso tienes algo en contra de las servidoras sexuales? — preguntó de manera burlona — ¿Y a qué viene todo esto?

— Puedo asegurar que tu "querido" hermano está detrás de esto — gruño haciendo énfasis en la palabra querido

— Por el tono en el que lo dices, no pareces estar muy contento — señaló con un tono indiferente, causando más irritación en el moreno — ¿Supongo que te está causando trabajo extra?

— ¡Ve inmediatamente al mundo humano, encuentra al nefasto de tu hermano, antes de que siga causando más problemas, y tráelo de vuelta! — le ordenó de manera bastante firme — Y sobre todo, no manches el buen nombre de los shinigami, Jill Sutcliff

— Te tomas tu trabajo muy a pecho, ¿Verdad Will? — pregunto sarcástica, antes de abandonar aquella oficina.

Salió del edificio mientras guardaba sus anteojos de nueva cuenta en su estuche, por lo menos ahora sabía dónde podía buscar a su hermano, su destino: Londres, Inglaterra, en el año de 1888.

Una Shinigami en la Casa PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora