Ninguno de los dos comprendían como habían llegado a esa situación, pero una cosa era clara, y es que ninguno se había sentido tan excitado en toda su vida como en aquél momento.
...
Zoro agarraba con furia ambas muñecas de Sanji que las apego en la espalda al mismo, y su otra mano le agarraba ese rubio cabello que parecía de oro para pegarle duro el rostro contra la mesa que estaba llena de lágrimas y esa sucia baba del cocinero lindo que no podía cerrar la boca de los gemidos tan desagradables y calientes que soltaba.
Mierda. La mesa rechinaba con furia y toda la cocina era una habitación llena de gemidos y jadeos que rezonaban con las embestidas tan salvajes que daba Roronoa en el culo del cocinero. Estaban vestidos, sí, ninguno consersaba la cordura o el más mínimo reflejo humano para buscar más que solo frotarse, no podían. Eran como animales en celos que buscaban el mínimo tacto para aferrarse a eso y morirse de placer.
A-AHGM~ AH- MMHG MAR-MARIMO OH! TSH MHGM M-MARIMO!!!-Gemia Sanji sin casi poder pronunciar las palabras entre los jadeos que soltaba sin parar por los golpes recibidos.
Sanji babeaba y ponía los ojos en blanco en ocaciones, podía sentir ese duro bulto golpearle tan profundo sobre las telas su entrada, podía sentir como en cualquier momento le desgarraba el pantalón y lo follaba. Ah~ no podía controlar los gemidos y se sentia humillado y avergonzado, jamás había soltado tales vulgarerias de su boca y mucho menos llorar de placer por algo tan insignificado.
El culo le dolía como el infierno, Zoro no lo estaba embistiendo con normalidad ni mucho menos, el choque tan salvaje de la dura pelvis ajena se sentían como atroces azotes en su trasero, mierda... Podía jurar que su trasero estaba rojo como un tomate y lo estaba disfrutando como una puta. Sanji estaba inmune, si no era por el duro agarre ajeno, las embestidas lo mantenían aferrados a esa mesa que sentía que se podía romper en cualquier momento!
Zoro porfin le soltó el cabello para aferrar su mano en esa cintura que la apretó al punto en que le dolía al cocinero, mierda, en cambio de quejarse lloriqueaba de placer. Y podía jurar el Marimo que en esos gemidos se oía la súplica que pedía más. Si quedaba cordura en esa persona, en esos mismos momentos se había desaparecido por completo.
Sanji moría de placer, pero era consciente que la mesa no iba a resistir.
Hghm!~ Z-zoro.. AHGM! Zoro ! ahgm La~ aahm... La mesa!!! L- la... mes- AHGM! OH FUCK!!!-Exclamo extasiado el cocinero cuando la mano dura de Zoro le había azotado fuerte el culo que le callo cualquier reclamó sin detener las embestidas.
—Si no cierras... Ahg... La puta boca, ese golpe va a ir a tu puta carita Hgm Cejitas de mierda. — Zoro no tenía compostura alguna, estaba nublado de placer, y su pene que palpitaba con dolor por toda la sangre que le estaba bombeando ahí abajo. El cuerpo le sudaba y quemaba como el infierno, ah... Jamás se había sentido tan bien en la puta vida y el Cejitas no ayudaba con esos gemidos de súplica.
Sanji quería largarse a llorar, maldición, nisiquiera había tocado su verga y sentía que estaba apunto de eyacular solo por tener a ese animal salvaje en celo atrás suyo embistiendole encima de las ropas. Y... Sentía que Zoro tampoco iba a aguantar.
El espadachín rodeo su brazo por el cuello del rubio y lo empujó con brutalidad hacia atrás, provocando que el ajeno choque su espalda con el caliente y sudado pecho suyo, oh mierda... estaban apegados y lograba sentir todo ese calor que daba el otro y como temblaba sin fuerzas. Los gemidos ahogados de Zoro se hicieron más constantes y pesados, y Sanji podía sentir ese húmedo aliento chocarle con lujuria el oído y sus manos temblaron, apretandole el duro brazo que lo comenzaba a ahorcar hasta dejarlo sin aire, y esa verga dura le daba más profundo al punto en que sus pantalones se estaban arruinando y le apretaba más su erección.
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Deseos Ocultos ( ZoSan +18)
FanfictionZoSan +18 Sanji y Zoro son tripulantes en la tripulación sombrero de paja, aún siendo compañeros desdes hace años, siempre hubo una tensión de odio entre ellos. Entre los cuchillos afilados de la cocina y las katanas desenvainadas, entre tantos insu...