Capítulo 7

5.8K 713 90
                                    

Narrador omnisciente

"Mi querido TaeHyung pidió un Alfa y los mejores de la Nación vendrán a pedir su mano..."

Y el General sintió desfallecer luego de escuchar aquellas palabras.

Fue peor que miles de puñaladas, literalmente, porque no se trataba de un dolor físico, era plenamente emocional.

Su desesperación no tardó en aparecer y luego llegó el terrible miedo. Miedo de que TaeHyung sea feliz y él no sea el causante.

Miedo de perderlo para siempre.

Miedo de no haber luchado por el amor de su Omega, su alma gemela que tanto merecía un cariño sincero y puro.

Él tenía todo el cariño para entregarle y ahora que estaba absolutamente decidido a decirle al faraón sobre sus sentimientos, en menos de un minuto se había ido todo por la borda.

Pero justo en éste instante no iba a cuestionarse si TaeHyung estaría mejor con otro Alfa.

No, ahora sería un maldito egoísta.

TaeHyung no será feliz con otro Alfa porqué lo ama a él, y el amor que se tienen es recíproco.

Sus almas están unidas y él tiene las de ganar, pero debe luchar por aquello.

Debe conquistarlo, hacerle ver al Omega que no es un cobarde, que luchará a cada segundo y no se dejará pasar por encima por algún Alfa de alto rango económico y social.

Nadie puede adorar a TaeHyung, ni si quiera una cuarta parte de lo que él lo adora.

Cuando quedó sin responderle al faraón, tuvo que salir de sus pensamientos y controlar sus emociones por el llamado de atención del Alfa mayor. Le dijo que se encargaría de todo el tema de la seguridad y que no tenía de que preocuparse.

NamJoon procedió a informarle que serían en un total cinco Alfas solteros y seleccionados por él mismo. Luego TaeHyung elegiría uno, dependiendo esto sólo del Omega.

Se retiró del lugar, no sin antes prometerle al faraón que todo estará en perfectas condiciones y que para mañana en la noche el Omega heredero ya habrá elegido a su futuro esposo, al más digno, fuerte y con los sentimientos sinceros.

Por supuesto que hablaba de él.

Cuando llegó a su cuarto, pensó en miles de estrategias. Todavía tenía trabado en su interior las ganas de gritar a los cuatro vientos que el Alfa de Tae era él y que nadie más nunca se atrevería si quiera a tocarlo.

Que sólo él sería el único afortunado de tocar aquella delicada y suave piel. Que el Omega cargaría sólo sus cachorros y que tendría la fortuna de hacerlo sonreír por el resto de sus vidas.

Era su objetivo, la felicidad de TaeHyung y JungKook podía dársela.

Sólo estaba pagando el precio de su propia estupidez y cobardía. Lo merecía, pero eso no le impidió colarse en la habitación del heredero por la noche.

El Omega estaba aún despierto, parado frente a un enorme espejo de pié observando su propia figura.

Portaba un camisón ajustado al cuerpo marcando sus hermosas y pronunciadas curvas, de color blanco pero translúcido.

No dejaba nada a la imaginación y el Alfa siseó por la bella imagen que tenía el gusto de poder apreciar.

Se acercó lentamente, paso a paso sintiendo la leve tensión que emanaba el cuerpo ajeno.

TaeHyung lo había estado esperando, sabía que el General recibió la noticia de que mañana por la mañana elegiría a otro Alfa con buen estatus social.

UN OMEGA PARA EL GENERAL [KOOKV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora