Prólogo

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Solo podía correr sin otra opción, porque sabía que estaban cada vez más cerca, no era momento de detenerse, el tiempo solo jugaba en contra, para lograr su objetivo debía alejarse lo más rápido posible.

Su respiración agitada, el cuerpo fatigado por tanto esfuerzo, su cabello que ondeaba velozmente de lado a otra, mientras sentía cada gota de sudor por toda su piel.

Es mi deber hacerlo. Solo un poco más, mi plan no puede fallar.

Cuando sus pisadas se escucharon más cerca ella no pudo evitar esconderse.

Oculta entre contenedores de basura los observó seguir a dónde creían que ella había ido, corrió a dirrección contraria. Mientras cruzaba por la carretera de un momento a otro fue rodeada, retrocediendo poco a poco se adentró en un callejón que no tenía salida.

Aún agitada esbozó una sonrisa ladeada.

—Tranquilos, la diversión apenas comienza.

Tres Veces ArderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora