En la mañana comienza mi rutina normal como todos los días, pero extrañamente Darian aparece otra vez entrando en la habitación para entregarme el desayuno.
Su comportamiento está como raro...
No confío en nadie de éste internado, desde lo que pasó con el psiquiatra.
Antes de irse me explica que después vendrán los de "seguridad" para llevarme con "mi amigo" el doctor Bennett, me sonríe y se despide.
¡Será más insoportable! Lo prefería mejor cuando me ignoraba.
Ruedo los ojos y comienzo a comer.
Al terminar mi desayuno, me siento en la cama esperando a los guardias o mejor dichos a los GM. Últimamente ellos son los que se encargan de vigilar me, al único de los antigüos guardias que veo todavía rondando por aquí es a Darian.
Lo que hace aún más extraño todo.
Escucho pasos y sé que son ellos, así que me meto en mi papel de chica indefensa nuevamente.
Saludos a los guardias con timidez, ellos responde por inercia y me señala la puerta.
¡Así sin más! Sin fuerza bruta ni drogas de por medio. Qué divertido, debí hacer ésto hace mucho tiempo.
Hacemos el mismo recorrido de la última vez hasta que llegamos a una puerta que dice psiquiatra, y me indicaron que entrara sola. Todo ha estado muy tranquilo desde que "tengo amnesia" y por alguna razón siento que la persona que me espera del otro lado de la puerta no se cree mi teatro, es lo más lógico puesto que es un especialista en conductas psicológicas, pero yo soy astuta y experta en manipulación así que veamos.
¿Quién le miente a quién?
—Señorita Eidda— aquí vamos de nuevo, respira Eidda, respira, no caigas en su trampa —Me alegra verla recuperada, ¿Cómo te sientes?— me pregunta amablemente.
—Mejor pero todo es igual de confuso...— respondo con timidez.
No paso desapercibido su mirada penetrante, indagando si estoy diciendo la verdad o no.
—¡Pero que modales los míos! Por favor toma asiento— señala un sofá negro, que antes no había visto. Y yo que me estaba volviendo fetichista por disfrutar estar esposada a la mesa.
Él se sienta frente a mi en su escritorio y comienza a explicarme algo, pero no le presto atención. Mi mirada recorre toda la habitación observando hasta el mínimo detalle.
Escucho mi nombre de manera insiste y se que es momento de detener mi escrutinio.
—Estás distraída, ¿Te sientes bien?
—Si, si, es solo que por más que lo intente solo logro recordar mi nombre.
—No te preocupes, irás recordando poco a poco. Es solo cuestión de tiempo.
Le sonrio y luego llevo mis manos a la cabeza con una expresión de dolor.
—¿Qué pasa, que te sucede?— se sobresalta poniéndose de pie y caminando apresurado hacía mí.
—Es...mi cabeza...duele...— grito, por el dolor agonizante.
De manera rápida, cambia de dirección y se acerca a un pequeño estante donde se ven frascos y medicinas.
Sin que se de cuenta agarro una tijera que estaban en su escritorio. En mi momento de escrutinio estaba ideando como iba a llevar a cabo mi plan, y descubrí varias cosas interesantes... Entre ellas esa hermosa tijera ocultas bajo carpetas y papeles.
—¡Aquí está!— tiene un frasco en la mano, va hacía el filtro de agua que está al lado derecho del estante y luego se voltea. De forma veloz me levanto y acerco a él.
—Oh gracias, de verdad necesito esas pastillas— le menciono con sarcasmo.
Se encuentra atónito y baja su mirada lentamente hasta llegar a su abdomen notando el filo de la tijera en él. Suspira, volviendo a subirla para mirarme directamente a los ojos.
—¿Tan pronto acabaste la actuación? Tenía mis dudas pero al final no le dí importancia y casi me creo tú mentira.
Negué de manera lenta.
—Mal muy mal, siempre sigue tus instintos querido psiquiatra— le respondo con narcisismo —Bien, no está demás decirte que si no me obedeces te mataré. Solo digo, ahora ves esa mesa de allá— señalo el sitio donde regularmente era esposada —Quiero que te sientes ahí— voy detrás de él haciendo presión con la tijera en su espalda. Una vez que se sienta le esposo las mano y pies.
Me alejo un poco sonriendo de manera perversa, su enfado no se hace esperar y frunce las cejas. Lo ignoro y voy a su escritorio para buscar las llaves pero no las encuentro. Y solo se me ocurre un sitio donde pueden estar.
Me acerco quedando frente a él, me gusta que coopere y no arme escándalo por lo que estoy haciendo.
¡Aprovecho la oportunidad! Solo lo estoy manoseando un poquito.
Mientras busco las llaves, mi humor aumenta cuando las encuentro y sonrío. Al levantar mi rostro mi sonrisa se ensancha aún más, su cara está ruborizada pero sus cejas todavía están fruncidas mostrando su desacuerdo, aunque su respiración agitada dice lo contrario.
Parece que no fui la única que lo disfrutó. Tranquilo ésto apenas es el comienzo.
_____________________________________Nota de la autora: Quién la viera... Eidda la corderito manso y para qué pues para manosear a nuestro Declan.
¡Aprovechada! Jajaja como la amo.
Y la última frase que dijo uy que fuerte ¿Y como así que apenas es el comienzo? Omaigaaaa.
Nos vemos en la próxima actualización.
Besitos oscuros.🖤
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Tres Veces Arderas
RomanceLos lazos de sangre pueden contener verdades oscuras y antecedentes peligrosos. Dejando caos y desgracias a su paso, pero te advierto, no te cruces en su camino porque será tu fin. Pero... ¿Qué pasa cuando estás en el momento y lugar equivocado?