VI;

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El caos reinaba en la taberna. Las sillas volaban por los aires, chocando contra las paredes, mientras los gritos de criaturas inhumanas se fundían con el eco metálico de espadas perforando carne. El aire estaba cargado de un hedor a sangre y miedo, envolviendo todo en una atmósfera sofocante de violencia descontrolada.

Lee Know apretó la muñeca de Jisung con una firmeza que no dejaba lugar a dudas de su determinación, pero había en su agarre una delicadeza casi desesperada, como si el más leve descuido pudiera significar perderlo para siempre. Lo guió con pasos rápidos y precisos a través del caos, mientras la taberna se desplomaba a su alrededor. Las mesas volaban por los aires, las criaturas chocaban unas con otras en una confusión violenta, y las sombras de los combatientes llenaban cada rincón, amenazantes. El ruido del metal golpeando, los gritos y el crujir de la madera creaban una cacofonía que hacía difícil respirar.

Al cruzar la puerta trasera, el mundo cambió abruptamente. La sofocante atmósfera de la taberna quedó atrás, como un mal sueño. Delante de ellos se extendía el bosque, vasto y oscuro, como si aguardara en silencio lo que estaba por venir. Los árboles, enormes y ancianos, se alzaban como colosos silenciosos bajo el cielo nocturno. Sus ramas se mecían lentamente con el viento, pero el silencio entre ellas era inquietante, como si el propio bosque estuviera conteniendo la respiración.

Más allá de los árboles, un lago brillaba bajo la luz de la luna, su superficie tranquila reflejando el plateado resplandor de las estrellas. Por un instante, todo parecía en calma, pero había una tensión en el aire, un presagio de que esa paz era solo momentánea, frágil.

El corazón de Jisung latía con fuerza. El frío nocturno le mordía la piel, pero no era el frío lo que le hacía temblar, sino el miedo latente de que el peligro aún no había terminado. La quietud que los rodeaba parecía más una trampa que un refugio. Cada sonido que el viento traía consigo —un crujido de hojas, el murmullo lejano del agua— le recordaba que el enemigo seguía cerca, acechando.

Lee Know, aún sujetando la muñeca lo miró de reojo. La urgencia brillaba en sus ojos, una mezcla de preocupación y apremio que lo mantenía al borde de la acción. Sabía que no podían quedarse quietos mucho tiempo, aunque el bosque y el lago parecieran ofrecer un respiro. La amenaza estaba cerca, tan cerca que casi podía sentir su aliento en la nuca.

De repente, se detuvo en seco, girándose.

—Jisung, ¿estás bien? —preguntó tranquilo pero con la voz mas baja de lo habitual.

Antes de que pudiera responder, se inclinó hacia él, tomando su rostro entre las manos, sus dedos cálidos contrastando con el frío que los rodeaba. Sus ojos buscaron los de Jisung, como si quisiera asegurarse de que el miedo no lo había quebrado por dentro.

—S-sí, estoy bien —respondió Jisung, con la voz temblorosa, aunque su corazón palpitaba con fuerza.

El pelirrojo suspiró levemente, su expresión aliviada, pero no relajada. Todavía había mucho por hacer, y el tiempo corría en su contra.

—Quédate aquí, ¿de acuerdo? —dijo suavemente, pero su tono era firme, casi una orden disfrazada de ruego—. Voy a buscar ayuda. La puerta está encantada, y mis poderes no funcionan en este pueblo… soy un extraño aquí, y lo saben. Regresaré pronto.

—¿Seguro?

—Sí.

—¿Sí?

—Confía en este genio de la lámpara—con una pequeña sonrisa diferente al que mostraba habitualmente se despide.

—Ok

JiSung asintió observando cómo se desvanecía entre las sombras del corredor. El eco de sus pisadas se desvaneció rápidamente, dejándolo solo en la penumbra, con el corazón palpitante y los sentidos alertas.

El ladrón de Luz / Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora