DESGARRE

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Después de la última sesión con el Dr. Rashid, pasaron varios días en los que Danna reflexionó sobre lo crucial que era rescatar su conexión con Jonathan. Sentía la necesidad de disculparse por todo lo sucedido y, a su vez, perdonar. Ansiaba recuperar esa unión fraternal que compartieron de niños, anhelaba que todo regresara a la normalidad.

Sin embargo, la indiferencia de Jonathan la hería profundamente. A pesar de sus numerosos intentos de contacto mediante mensajes y llamadas, nunca obtuvo respuesta. La noticia de la rehabilitación de Adrian y la grabación de las canciones para la película le llegaron días después a través de Peter ya que Jonathan se lo había informado.

Aunque se sintió aliviada al saber que su hermano estaba bien, Danna no comprendía por qué Jonathan la evitaba. Era su hermana y solo se daba cuenta de su estado gracias a los comentarios de Peter.

Por otro lado, Peter detectó que algo no iba bien con su prometida y le consultó varias veces sobre cómo se sentía. Danna utilizó el estrés de la boda como excusa. El joven se esforzó por cuidarla y llevarla a cenar a sus lugares favoritos para despejar su mente. Aunque esto aliviaba momentáneamente, en los momentos de soledad y cuando Peter salía a trabajar, Danna lloraba en silencio, sintiendo que todo estaba fuera de su control.

Un fin de semana después de que Adrian ingresara a rehabilitación, Danna decidió comprar un boleto de avión para visitar a su hermano. Creía que era el momento de hablar en persona, ya que Jonathan la seguía evitando.

Danna también deseaba una respuesta sobre si él estaría dispuesto a llevarla al altar, convencida de que fortalecería su relación y le parecía mejor que discutieran el asunto cara a cara.

Con Peter fuera del país por la producción de la película, Danna aprovechó la oportunidad para visitar a Jonathan. Después de un agotador vuelo, se instaló en un hotel y se dirigió al apartamento de su hermano.

La expresión de Jonathan al abrir la puerta y verla fue de sorpresa total. Era evidente que no esperaba su visita repentina.

—Hola —saludó ella con una sonrisa forzada.

—Hola —respondió el ojiazul desde el umbral de la puerta.

—¿Puedo pasar? —preguntó ella con un tono de timidez.

Jonathan asintió y se hizo a un lado para darle paso a su hermana.

Tras el saludo inicial, Danna cruzó el umbral del apartamento de Jonathan. El lugar despedía aroma a vainilla lo cual extrañó a Danna porque era un olor destacablemente femenino.

Jonathan, aún sorprendido por su visita, cerró la puerta tras ella—. ¿Quieres algo de beber? —preguntó, señalando hacia la cocina.

Danna negó con la cabeza—. No, gracias. Estoy bien.

Asintiendo, Jonathan la condujo hacia la sala de estar y le invitó a sentarse, tomando él mismo, asiento frente a ella.

—¿Estás en la ciudad con Peter? —preguntó Jonathan, buscando encontrar alguna conexión en el motivo de su visita.

Danna negó con la cabeza—. No, está fuera del país trabajando en su película. Vine sola.

Un breve silencio se apoderó del espacio, y Jonathan, sintiendo la necesidad de romper la incomodidad, preguntó: —Entonces, ¿qué te trae por aquí?

Danna lo miró con sinceridad—. Quería verte. Estaba un poco preocupada. No contestabas mis mensajes ni mis llamadas.

La expresión de Jonathan cambió, revelando sorpresa y cierta incomodidad—. Lo siento, Danna. He estado ocupado con la universidad y el trabajo.

PERDONA EL DESORDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora