ACRIMONÍA

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El aire enrarecido del apartamento se mezclaba con el humo de la mariguana que Jonathan había estado fumando incansablemente en los últimos días. La habitación se sumergía en una neblina densa, como si el humo fuera el único escape que podía encontrar de sus propios pensamientos tumultuosos.

Evitar a Michelle había sido su principal prioridad desde aquella noche incómoda en su apartamento pero a medida que los días pasaban, se dio cuenta de que no solo estaba evitando a Michelle, sino a casi todos los que conocía.

Fumar mariguana se había convertido en su única compañía y en su válvula de escape, y por el momento eso era suficiente. Sin embargo, cuanto más se refugiaba en el humo y en su soledad, más resentimiento y recelo sentía hacia Adrian. Se culpaba a sí mismo por haberse enredado en un círculo social tan complejo, donde los problemas personales de todos se entrelazaban en una red emocional abrumadora.

A pesar de haber estado tan distante de la situación de Adrian y Michelle, se sentía afectado por la tensión y el conflicto que los rodeaba. Sentía una especie de ira creciente hacia Adrian, que se había convertido en una figura central de su descontento.

Recordaba con claridad las noches en las que Adrian había llegado a su apartamento, buscando refugio y escapando de sus propios problemas. Jonathan había intentado ser un buen amigo, ofreciéndole un lugar seguro y un oído comprensivo, pero ahora se preguntaba si eso había sido un error.

El hecho de que Adrian hiciera todo lo que quería, afectando su relación con Michelle y su amistad con Sandra solo aumentaba su resentimiento. Se sentía como si Adrian estuviera arrastrando a todos hacia un abismo oscuro y sin fondo.

Con el paso de los días, su irritación y su ansiedad crecían. La idea de enfrentarse a Michelle y a Adrian nuevamente le provocaba una mezcla de angustia y enojo. La imagen de Michelle en su apartamento, con su expresión de sorpresa y confusión cuando intentó besarla, se mantenía vívida en su mente, recordándole el error que había cometido.

¿Por qué intentó besarla? Ella claramente no estaba interesada en él.

¿Quién se interesaría en él? -se preguntaba-. Era un tipo que se percibía a sí mismo como patético, sin aspiraciones, sin visiones. Viviendo el día a día, deprimido y solitario. No tenía idea de interpretar las intenciones de las personas. Michelle simplemente fue amable con él y eso le fue suficiente para crearse todo un escenario fantasioso en su cabeza.

Cuando Jonathan escuchó a alguien tocando la puerta sintió que habían interrumpido el silencio opresivo que se había instalado en el apartamento. Se sobresaltó ligeramente, no esperaba a nadie esa noche.

Dudó unos instantes antes de dirigirse hacia la puerta y abrirla lentamente. Al encontrarse con la mirada expectante de Michelle, quedó paralizado por un instante, incapaz de articular palabra alguna.

—Hey... —dijo finalmente.

Ella no lo saludó. Solo le preguntó si podían hablar.

¿Hablar de qué? No había nada de qué hablar.

Podía perfectamente negarse. Pedirle que se fuera, pero sabía que sería no solo descortés sino también cobarde de su parte. Debía enfrentar la situación aunque no se sintiera listo para ello.

Jonathan finalmente accedió, invitándole a pasar haciendo un gesto con su mano. Cerró la puerta tras ella y se dirigió hacia la cocina para preparar un par de bebidas luego de haberle ofrecido algo de tomar.

La tensión en el ambiente era palpable, y Jonathan no sabía cómo abordar la situación. Colocó dos vasos en la mesa de centro y se sentó frente a Michelle, esperando a ver quién tomaría la iniciativa.

PERDONA EL DESORDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora