♥︎.XXXVII.♥︎- Dias Secos, Texas & Verão No Oregon II

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XXXVI| - Días secos, Texas y verano en Oregón II

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PLAY- we lost our minds? de Sabrina Claudio.

El cuerpo bronceado saltó hacia mí con ambas piernas entrelazadas alrededor de mi cintura, provocando que agarrara sus muslos y retrocediera unos pasos, chocando contra la pequeña mesa donde el jarrón se hizo añicos en el suelo.

Enfurecida por la voluntad, nuestras
lágrimas mezcladas entre derrota y victoria, saladas, amargas, dulces, eran
tantos sentimientos de locura y en tropiezos, me senté en el sofá y en algún momento de todo ese caos, las lágrimas se apagaron, como polillas ligeras cuando fueron derrotados en la Revolución Industrial.

Desesperada, se arrancó su propia chaqueta, sosteniendo aún la mano que sostenía el cigarrillo, arrojándola a un punto ciego, con el beso inquebrantable hambrienta, apretó con más fuerza mis hombros, bajando por mi espalda, subiendo bajo la camiseta mojada por el agua que llevaba puesta, rascándome de una manera que me hizo gemir audiblemente de dolor.

Era brutal lo mucho que nos frotábamos la piel, suspirando audiblemente, en medio de truenos y truenos, ecos de ruido provocados por la violencia de la naturaleza y su descontento por las acciones realizadas por los seres humanos.

La acerqué aún más, observándola detener nuestro intercambio de
contacto, para inhalar el cigarrillo, con fuerza, soltando el humo por sus
fosas nasales, balanceándose, haciéndome estremecer, ignorando el olor insoportable que odiaba y que ella sabía... que yo odiaba.

Pero la adicción era parte de su cicatriz, era la herencia de sus imperfecciones y yo lo quería todo.

Nos besamos de nuevo y pude sentir mi barbilla humedecerse suavemente en sus labios desesperados por los míos.

Era diferente, era....

Violento.

Muy carnal, muy...

Realmente nunca supe cómo explicar la forma en que me besó.

Hasta el día de hoy no lo sé.

Mis dedos permanecieron fijos en su cintura, pero elainterrumpto la
velocidad.

— Dame tu lengua. — Ordeno con voz ronca.

Confundida, obedecí y me estremecí con la lenta succión que le hizo,
luego lentamente la rodeė, mientras acercaba nuestras bocas.

Eso es lo que le voy a hacer a tu polla. — Susurró ahogadamente con nuestros labios apretados. Llevándome al borde de la locura solo con esa maldita frase. — Lo siento, no pude resistirme. — Sonaba cínica en muchos niveles...

Camila..

— V-vale...— Tartamudeé como la pequeña niña virgen que era,
completamente desestabilizada, perdida y fuera de control.

Hipnotizada.

El beso llegó esta vez más dócil, cálido y lento. Había tonos solemnes de sensualidad, nuestras lenguas se entrelazaban todo el tiempo en juegos
que me empujaban directo a la celda de un manicomio, estaba completamente dominado, sin posibilidad de curación.

En algún momento de ese intercambio completamente pausado y puramente
impulsado de voluntades incontrolables, un cuervo aterrizó de nuevo en lo alto de un árbol afuera, mirando al horizonte, como si.

Imitara el tatuaje de Camila.

Mi cuerpo se estremeció, aunque no era consciente de ese detalle.

Camila - Camren (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora