Camila - Camren (+18)

♥︎.XXXVI.♥︎

XXXVI

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N/A: Capítulo largo, muchos eventos y eso es todo. Adiós, ahora mami se
va a dormir.

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Tierra, viento, un balón de fútbol, risas, Madison sobre mi espalda y una tarde casi de madrugada con todos viendo a Marcus Göretz encender un fuego junto a Noah Davies.

Estábamos a punto de hacer algo muy cliché y sólo visto en películas de
ficción para adolescentes, sorprendente mente la idea surgió de Dinah, quien decía estar preparando una propuesta de noviazgo especial y oficial para Normani.

Ayudaríamos, obviamente.

Richard había traído la guitarra en su estuche, sostenida por sus fuertes brazos, Hugo había traído una mochila con bebidas, Camila tenía una polaroid en sus manos, tomándonos fotos y fotos a todos todo el tiempo.

Fotos que se guardarían para siempre en una caja de madera, polvorienta
en el ático del invernadero donde vivieron la mayor parte de su vida en
Hazlerigg, antes de mudarse a Jesmond. Sería el lugar donde, además de ocultar secretos de sus abuelos judíos, junto con viajes demenciales,
también guardaría recortes de una amistad que en el futuro se arruinaría
por todos lados, en medio de desencuentros y ternsiones imposibles. lidiar con....

Remendar.....

Sí, sí y sí de Normani Kordei, lágrimas de Dinah Jane Hansen y gritos llamando a la pareja que se besa entre silbidos y anillos...¡sí, anillos! -apunto de ser intercambiados en medio del sonido de la guitarra de Richard.

Dinah y Normani intercambiaron discretas caricias mientras permanecían abrazadas, el ambiente amoroso se mantuvo intenso, tocando hasta al más insensible de los seres humanos ¿y a mí? Me sequé las comisuras de los ojos para disimular lo suave que estaba por dentro.

- Qué decepción, idiota. -se burló Allyson, acercándose, mientras
Madison fijaba su mirada en mi rostro y reía a carcajadas.

- Ay, mira qué bonito es. - Me encogí de hombros, fingiendo llevar mi puchero a mis labios. - Déjenme en paz, insensibles. De hecho, todavía estoy enojada con Dinah por no decirnos que tenía la intención de pedirle que fuera su novia.

- No soy insensible, solo me pareció gracioso que estuvieras llorando y ni
siquiera están casadas todavia. Y tampoco entendí por qué quería que
fuera una sorpresa para nosotros también. Vamos, desearía haber podido
ayudar a elegir los anillos. - Hernández se encogió de hombros, sentándose junto a Elle Beer y yo, que veíamos arder la hoguera en medio de una Lucía Vives que seguía tomando fotos de la nueva pareja de Newcastle upon Tyne a través de su exuberante celular.

Y así continuó la noche, se montó un círculo, malvaviscos ensatados en
palitos de barbacoa se derretían entre brasas intensas y yo observaba cada
detalle con melancolía, temiendo que todo se convirtiera en un simple
sueño, una mentira, que... estaba a punto de despertar, allá por 2013, con
once años, un despertador vibrando en la mesita de noche y Clara Jáuregui abriendo las cortinas mientras afirma ver un hermoso día.

Todas las caras, las sonrisas, las canciones, los chistes, fue como estar ahí para siempre, porque me dejaron ser parte, recibiéndome con los brazos
abiertos en medio de una gentil suavidad alejada de todos los clichés
asociados a grupos así. Evidentemente había manías que revelaban rasgos
mimados, nauseabundos y desacostumbrados, pero ni siquiera eso era capaz de ponerme en un malestar latente.