2. Sebastian Sainz.

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Londres, Inglaterra;
2005.

— Toma mi mano, puedes hacerlo. — sonrió.

— Siento que estoy partiéndome a la mitad. — gritó.

— Estarás bien, pasará pronto. — sonrió, limpiando su frente.

— Tiene que hacerlo. — le recordó la doctora.

— No tengo fuerzas, no puedo, no puedo hacerlo. — negó.

— Cariño, claro que puedes, eres el hombre mas fuerte que conozco, tu eres capaz de todo. — le sonrió, besando su mejilla. — Ahora trae al mundo a nuestro chico.

Un llanto inundó la habitación algunos minutos después de eso, mientras el mayor de ambos tomaba en brazos al cachorro, para luego sonreír.

— Mi cachorro, George Räikkönen Sainz, nuestro bebé. — sonrió, besando su frente con dulzura.

Lo habían logrado, habían cumplido su sueño al fin.


•~•~

Madrid, España;
2025.

Carlos tomó sus lentes, colocandoselos al bajar de la camioneta, mientras su equipo de seguridad se desplegaba.

— Buenos dias, señor Sainz. — la recepcionista lo miró confundida.

El español pasó de largo, sin prestar atención a la mujer, yendo directo a la oficina, no tenía tiempo que perder.

— Buenos días, señor Sainz. — la voz de una mujer lo hizo detener sus movimientos, fijando la mirada sobre ella.

— ¿Quien eres y como entraste en mi oficina? — preguntó directamente, observando a la chica tomar asiento frente a él.

— Un placer, Elise Russell Räikkönen. — le sonrió, extendiéndole la mano.

Carlos la miró fijamente, era ella, una de las culpables de su pérdida, era parte de los que se infiltraron en su familia.

— Dame una razón para no romperte el cuello. — murmuró, tensando la mandíbula.

— Simple, soy la melliza de tu omega y no creo que esa idea le hubiese agradado mucho. — le sonrió nuevamente, recargándose sobre la silla, ofreciéndole un cigarrillo. — ¿Sabes? Inicialmente quería matarte o matar a tu familia, como un ojo por ojo...

— Mick fue el que asesinó a Charles. — soltó con frialdad, como si aquello no le afectara en lo mas mínimo. — Tal vez deberías matar a George por eso, es su culpa.

— George no es culpable. — soltó a la defensiva. — En cambio tu, el gran enigma, fue incapaz de cuidar correctamente de su omega.

— Tienes 3 segundos para largarte de aquí. — la miró fijo.

— En realidad, nos tomará un poco mas de tiempo. — chasqueó la lengua, mientras George y Max entraban a la oficina, situandose a sus costados. — El tio Max tiene algo que decirte, pero queremos algo a cambio.

— Sabes que en veinte segundos todos mis escoltas estarán aquí. — miró fijamente al neerlandés. — Conoces lo efectivo que es Lewis.

— En quince, a decir verdad y cuento con que aparezca, es parte de esto. — la rubia encendió el cigarrillo, dejando la caja a un lado, examinando la oficina. — Me gusta el estilo, es rustico y moderno a la vez, muy cómodo...

Remember Me ||• Charlos •||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora