25. Un encuentro desafortunado.

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— Te prometo que yo voy a cuidarte mucho, tio Charlie. — Hannah sonrió, mirándolo con determinación.

— Lo se, solecito. — besó su cabeza. — Tu me cuidas y yo a ti.

Junio, 2026; Italia.

— Tio Char, tio. — Hannah soltó el arma, corriendo hasta el ojiverde.

— Hola solecito. — sonrió, tosiendo un poco de sangre, quitándose de encima al hombre. — No estas en el ático, cariño.

— Lo siento. — murmuró apenada.

— Está bien, estamos bien. — limpió la sangre de sus manos, para después acariciar el rostro de la menor. — ¿Como estas, solecito? ¿Te duele algo?

— Mi mano, un poco. — admitió.

— La revisaré, solo, necesito un segundo. — murmuró, intentando levantarse, pero deteniéndose al darse cuenta que no podría. — Cariño, necesito que vayas y cierres la puerta, después ve con las gemelas, llevalas a su habitación y ahí quedense, necesito un momento.

— Pero...

— Ve, cariño, estoy bien. — sonrió.

La pequeña asintió y Charles la observó ir a cerrar para luego perderse escaleras arriba.

— Si puedo, mierda... — murmuró, haciendo el esfuerzo, levantándose del suelo. — Carajo...

Logró llegar hasta la sala y tomó rápido una venda y un pequeño trozo de tela, suspiró, mordiendo la tela, mientras presionaba la venda sobre la herida del hombro.

Un gritó desgarrador y disimulado por la tela salió de sus labios, haciéndolo retorcerse de dolor.

Sabía que estaba débil y era cuestión de tiempo para que se desmayara por la pérdida de sangre, aun así llegó hasta la cocina, limpiando la sangre de sus manos en el lavabo.

No tenía mucho tiempo antes de que la policía llegara, en realidad ya debían estar en camino, después de todo, se habían escuchado disparos.

— Tio Char, vámonos. — Hannah apareció en la puerta de la cocina, mientras sostenía a las gemelas, una de cada mano.

— Solecito, no puedo conducir. — negó el monegasco.

— Pero nos van a atrapar. — murmuró.

— Lo se, lo siento. — la miró a los ojos. — Lamento no haber podido protegerte.

— Tenemos que irnos, tio Char. — negó, acercándose a él.

— Solecito, yo... — sintió como su vista se nublaba nuevamente y el timbre se escuchó.

Hannah se sobresaltó y Charles le dio una mirada, mierda, no podía pelear con alguien mas, ya no tenía fuerzas.

— Han, quedate aquí ¿si? — pidió. — Promete que cuidarás de las gemelas, cuando vayas a casa, prometeme que las cuidaras.

— Si. — asintió, observando ir a la puerta.

Charles suspiró, tomando el arma de la barra y acercándose hasta el pomo, no iba a dejar que nadie se acercara a las niñas, sin importar nada.

Sintió otro mareo atacarlo, pero se mantuvo firme, aguantando las ganas de cerrar los ojos y tirarse al suelo.

Abrió, encontrándose con la persona que menos esperaba ahí, carajo, ahora si estaba muerto, muy muerto.

Intentó levantar el arma y apuntar, pero el mayor fue mas rápido y se la quitó, tirándola a un lado.

Fue entonces que su cuerpo cedió, perdiendo el equilibrio y estando a punto de caer, solo siendo evitado por los brazos del hombre.

— Charles, angel. — murmuró, mostrándose preocupado, tomándolo directamente en brazos.

— No le hagas daño a las cachorras, son tus hijas. — pidió, cerrando los ojos, siendo incapaz de mantenerlos abiertos. — Ellas son tuyas, no las lastimes, puedes matarme si quieres, pero no les hagas daño a ellas.

— No te haría daño jamás, yo... — lo recostó sobre el sofá y Nina apareció tras él.

Hannah se aproximó, notando que era su familia, corriendo a gran velocidad hasta su tía.

— Tia Nina. — la abrazó.

— Hey pulguita. — le sonrió, abrazándola. — Mira, que linda estas y que gtande.

— Te extrañé mucho tia. — sonrió.

— Mi amor, no hubo día en el que no te buscáramos. — acarició su cabello, abrazándola nuevamente, mientras observaba a dos pares de ojitos asomarse de la cocina.

— Lottie, Lexie, es la tía Nina. — Hannah las llamó. — Vengan.

Alex se aproximó tímidamente, pero Charlotte le tomó la mano, negando, no los conocía y le ponía muy incomoda estar con extraños.

— ¿Mi mami? — preguntó la pequeña rubia.

Carlos no las había mirado siquiera, estaba concentrado en hacer que la herida de Charles dejara de sangrar.

— Estará bien, cariño. — le sonrió Nina, intentando transmitirle confianza.

— Cinco minutos. — les informó Lewis por el auricular.

— Vamonos ya, Carlos. — Nina llamó su atención.

— Se está desangrando, Nina. — negó Carlos. — Tengo que llevarlo a un hospital.

— No, lo sabes, tenemos que ir a casa, ahí lo atenderan. — la mujer negó. — Lewis, necesito apoyo aquí.

— Se va a morir si hacemos eso. — negó.

— No morirá y no nos saldremos del plan. — la alfa negó.

— El plan se puede ir a la mierda, no voy a perderlo. — negó, alzandolo en brazos.

— Carlos, no estas pensando de forma coherente, tenemos que irnos, ya. — lo miró mal. — No es solo Charles, está Hannah y las gemelas.

Fue entonces que Carlos observó a las niñas, quienes ya lo miraban, una de ellas con una mueca de confusión y la otra con clara molestia.

Su fuerza menguo, eran tan bonitas, dios podía desmentirlo si no era cierto que había soñado con verlas muchísimo tiempo atrás.

— Traelas, nos vamos. — ordenó, sin saber que mas decir, ni como actuar, ¿como podía ser tan tonto?

Eran sus hijas, sus niñas y ni siquiera sabía quien era cada una de ellas, ni siquiera sabía como hablarles o que decirles, estaba perdido.

¿Que era lo que ellas sabían de él? Podía pensar que nada, tenían apenas dos años, no creía que fueran tan conscientes ¿o si? ¿Que tal si le temían? ¿Que tal si ni siquiera sabían quien era él? Debían estar tan confundidas al verlo llevarse a su padre de esa manera.

Toda esa situación debía ser una jodida confusión para ellas y el no podía ni siquiera ofrecerles un abrazo, no podía distinguirlas, ¿no lo convertia eso en el peor de los padres?

La respuesta era clara, si.

Era el peor padre del mundo y no tenía una jodida idea de como remediarlo.



¡Gracias por leer!♥

Los amo, besos 🏎✨

Remember Me ||• Charlos •||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora