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23 | Si somos lo que comemos, yo soy un humano que adora los girasoles

Todos en casa dormían. Debían de ser como las dos de la mañana. Después de todo el día con mis padres fingiendo que no pasaba nada, por fin tenía la oportunidad de hablar con él.

Y ahora estábamos cada uno en un rincón de la cama. Yo jugaba nervioso con mis manos y él con el peluche, que ahora parecía más gris que rosa. Se lo había llevado a su casa y ahora estaba un poco chamuscado.

No es que creyera que mi reacción ante la existencia de los demonios hubiera sido desmedida, sin embargo, me sentía idiota por haber creído que Donghae era malvado. Debería haber dejado que me lo explicara todo desde el principio. Aunque dudo que hubiera servido de mucho. Había necesitado llegar al fondo de mi mente, hablar con Jungsoo y darme cuenta de que Bora me hacía sentir menos que una pared. Sin todo eso, no estaría allí ahora mismo.

Con él.

—Esta mañana… —dije, con la mirada clavada en el techo— yo no quería…

—Lo sé, lo he oído todo.

—La besé porque pensaba que me ayudaría a olvidarme de ti —confesé—, pero no funcionó. Y juro que luego he intentado apartarla, pero es muy persistente.

—Lo entiendo.

—¿Ah, sí?

—Estás muy bueno, yo también insistiría hasta que aceptaras besarme. ¡Ah, espera! Si ya lo hice.

Se echó a reír y no pude evitar hacerlo yo también. Me alegraba que no estuviera enfadado, aunque yo seguía sintiéndome mal.

—¿Me perdonas tú a mí? —pregunté entonces.

Abrió los ojos con sorpresa.

—¿Te estás disculpando de verdad?

—Sí, claro. Se que no teníamos nada oficial y que… bueno, las circunstancias han sido bastante extrañas… pero no estuvo bien.

—Yo también te medio-perdono. Pero si intenta volver a besarte, no tendré tan mala puntería y no usaré solo libros.

Esperé a que él riera para reírme también. No sabía hasta qué punto estaba bromeando, pero si hubiera querido hacerle daño, podría haberlo hecho mucho antes. No obstante, yo no necesitaba ninguna amenaza para alejarme de ella.

—Espero que no vuelva a intentarlo.

—¿Para que no le haga daño?

—No quiero besarla, Donghae —fue la primera vez que lo miraba directamente desde que había llegado—. No quiero besar a nadie que no seas tú.

Creo que si su cara no fuese ya de color rojo, lo habría visto ruborizarse. Miró mi mano apoyada en el colchón y estiró la suya, pero se detuvo a medio camino y abrazó el peluche con fuerza.

—Yo también quiero besarte solo a ti —dijo—. Te he echado mucho de menos estas semanas.

Sus alas se encogieron contra su espalda y su cola lo rodeó, como si estuviera abrazándose a sí mismo. Lo recorrí con la mirada, desde los cuernos hasta las garras de sus pies.

—¿No puedes volver a ser humano hasta que me acostumbre a esto?

—No —me miró con un mohín—. Estoy mal alimentado. Mi magia funciona solo con cosas pequeñas.

—Pero… ehm… —noté que enrojecía— me corrí dos veces.

—Mi mentora… mi madre… —aclaró para que yo lo entendiera— dice que solo alimenta de verdad si es en un sueño. Lo otro es como… no sé, una pizza. Me sentí lleno, pero no me aportó ningún nutriente.

El orgullo de un íncubo (PAUSADA) [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora