30

2.6K 228 209
                                    

30 | El dominante perfecto

—Ma-más…

Su interior se apretó alrededor de mis dedos. El pobre se había pasado toda la noche duro contra mí, así que había decidido jugar un poco con él antes de salir de la cama.

Podía escucharlo gemir en mi cabeza mientras su boca mordía la almohada y sacudía su trasero hacia atrás, buscando más. Le mordí la espalda y los glúteos y recorrí su columna vertebral con la lengua.

—No te corras —le recordé con la voz ronca.

—No… puedo… duele…

—Pensaba que querías estrenar el disfraz.

—Ahora…

—Ahora tengo que ir a misa, precioso —embestí contra su próstata. Ahogó un grito y sacudió las caderas—. Aguanta un poco más y te follaré en cada parte de tu apartamento.

Lloriqueó como respuesta, negando una y otra vez con la cabeza. Bajé los besos hasta sus caderas y seguí mordiendo y sacudiendo los dedos. El hilo de su tanga negro se le clavaba en la nalga izquierda mientras la parte de delante estaba cada vez más empapada.

—Ya… Hyukjae…

Embestí una última vez y se sacudió entero. Cuando saqué los dedos, dio media vuelta y se clavó las uñas en el abdomen lleno de marcas. Me gustaba su cuerpo de demonio, pero para maltratarlo prefería el humano. Tenía más sensibilidad.

Me mordí el labio, observando su erección. Estaba en su límite, pero obedecía y aguantaba.

—Muy bien —dije, pasando un dedo por la tela negra.

Lloriqueó dolorido.

—No hagas ruido o te escucharán.

Por alguna razón, mi advertencia le hizo reír. Me encantaba su risa. Me encantaba verlo así. Me encantaba que fuese mío.

Me incliné y lo besé profundamente. Enredó los dedos en mi pelo y las piernas en mis caderas y noté que empezaba a mover su pelvis suavemente contra mi abdomen. Cuando miré hacia abajo, encontré una mancha de presemen en mi camiseta de pijama.

—¿Qué es esto, precioso? —levanté las cejas.

Con la cara tan roja como los ojos, me clavó las uñas en los hombros y meneó la cabeza. Su expresión era la de no haber roto un plato jamás, pero su cuerpo lloraba por la necesidad. ¿Quién le iba a decir a mi yo de hacía cuatro meses que iba a disfrutar viendo sufrir a alguien?

Y que me apetecería tanto meter la cara dentro de un tanga.

—Si… si sigues mirándome así…

Su miembro tembló bajo mis ojos. Me relamí. La idea de hacer la tela a un lado y recorrerlo con la lengua casi hizo que me corriera. No iba a aguantar mucho tiempo sin llevar a cabo esa excitante escena.

Por eso decidí que era momento de levantarme. Me soltó con un mohín mientras me observaba casi sin pestañear. Y no dejó de hacerlo mientras buscaba una muda limpia y la ropa del día.

—Voy a ducharme —informé, esforzándome por no mirar entre sus piernas—. Será mejor que te vayas.

—¿Por qué? —estiró los labios— Podemos ducharnos juntos sin acabar follando.

Arqueé las cejas. Sin querer, guié mi mirada por su delicioso cuerpo hasta su miembro enrojecido por la necesidad. Entonces él cerró las piernas y soltó una risita juguetona.

—Vale, no podemos.

—Si jugamos un poco más, vas a explotar, y no me parece justo levantarte el castigo tan pronto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 03, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El orgullo de un íncubo (PAUSADA) [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora