Epílogo

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Pedri

Siento la energía que rodea el estadio. Primero, nosotros, los del Barça, salimos a entrenar. En un momento determinado, salen los del City y, después de un año sin verlo para nada, lo veo. Pablo venía acompañado de Álvarez y de Haland.

No soy el único que fija su mirada en él, sino la mayoría de mis compañeros. Observo cómo se acerca a Guardiola y le susurra algo. Su entrenador asiente y, cuando menos lo espero, pasa por mi lado corriendo directamente hacia Fermín y Robert.

Sabía que no vendría corriendo hacia mí, pero ¿que ni siquiera me diera una mirada cuando regresa con su equipo? ¿Extraño?

En camino a los vestuarios, puedo escuchar los murmullos. Si bien la mayoría suponía que lo nuestro como amistad acabó desde hace años, nunca supieron por qué. Antes de entrar al vestuario, puedo verlo a los ojos. Su mirada está confiada, pero de pronto puedo ver un reflejo de dolor en sus ojos.

—Pablo —digo acercándome a saludar—. Es bueno verte. Estás bastante cambiado —murmuro esto último.

Puedo ver cómo un leve temblor atraviesa su cuerpo, como si fuera un escalofrío. —Hola —dice apenas en un murmullo—. Eh, si también es bueno verte. Si me permites, tengo que ir al vestuario —señala al vestuario en el que también entra su entrenador.

Me quedo parado ahí en medio del pasillo hasta que soy jalado por uno de los chicos hacia nuestro vestuario.

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El silbato finaliza el partido, y el City celebra la victoria. Yo, en cambio, me dirijo al pasillo molesto. Al entrar, veo a Pablo, quien se encuentra en la entrada de su vestuario.

Siento un leve dolor en mi tobillo. Pablo me había llegado demasiado fuerte al quererme quitar la pelota, sin mencionar que se llevó una amarilla.

Frustrado, me acerco a él —¿Qué demonios fue eso en el campo, Pablo? ¿Una venganza?

Pablo levanta la ceja y su ceño se frunce después de eso —Solo estaba jugando; tenías la pelota y yo la quería, Pedri. Si no puedes manejarlo, tal vez deberías retirarte.

A Pablo le gritan desde dentro del vestuario. Se da la vuelta con una sonrisa de lado en su rostro para entrar, pero es jalado por mí, quien los meto a ambos en una habitación.

Pablo rápidamente se acerca a la puerta para intentar abrirla, pero se da cuenta de que está trabada por fuera. Suspira molesto —Perfecto, encerrados con el tipo que menos quería hablar.

Las palabras de menor tambalearon a Pedri. Claro, no esperaba que el menor volviera a él como si nada hubiese pasado.

Se rasca la nuca y se deja caer en el suelo sentándose —necesitamos hablar. Esto no puede seguir así.

—¿Ahora quieres hablar? Después de todo este tiempo.– dice Pablo con sarcasmo

El canario estaba empezando a cansarse y le responde serio —Sí, porque esto no puede seguir así.- presiono con sus dedos el puente de su nariz —Lo de hoy en el campo no fue solo un partido de fútbol, Pablo.

—Entonces, ¿qué fue? ¿Un recordatorio de lo que una vez tuvimos y que ahora está arruinado? —exclama Pablo cruzándose de brazos.

¿Enamorarte de tu mejor amigo? No lo recomiendo [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora