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...y aquí vamos de nuevo...
𝗨𝗡 paso tras otro, mis piernas temblaban, el cuerpo me pesaba y mi rostro parecía derretirse de lo sudado que estaba. Caminé con lentitud hasta el tren que me llevaría de vuelta a mi mayor pesadilla, no pude entrar.
Las piernas me fallaron, caí a centímetros de la entrada con lágrimas cayendo como cascadas en mis mejillas, mis labios luchaban por no dejar salir un sollozo. Cerré los ojos con frustración.
Snow. Eres hombre muerto.
Nisiquiera supe en que momento Lilian había aparecido, ni en que momento había entrado al tren, a este punto no me interesaba.
Aún con mi rostro brillante por las lágrimas, saqué mi cuaderno. Era un cuaderno, una libreta vieja que había encontrado en una antigua capsula del tiempo que mi abuela había había enterrado cuando ella tenía más o menos mi edad, la encontré al regresar de mi juegos, para ese entonces habían matado a toda mi familia. Ahí fue cuando encontré esa foto.
Desde pequeña me dijeron que me parecía más a mi abuela, que parecía hija de ella en vez que de mis padres, no lo entendí hasta que vi esa fotografía. Tenía más o menos mi edad, vestía un lindo vestido bastante colorido. Volví a mirar la foto, se parecía a uno de mis vestidos, sonreí.
Sonreía en esa foto, se veía contenta, su cabello ondulado caía sobre sus hombros y tenía una flor en su oreja izquierda.
Pero a su lado estaba el, hombre joven de quizás 19-20 años, vestido de rojo, rubio, de aspecto inocente.
En un arrebato de rabia rompí la foto en dos, los separé y lo destruí. Por lo menos de esta manera lo podía quitar de mi vista por un tiempo.
Lila se acercó a mi y enseguida guardé mi cuaderno junto a las fotos en mi bolso, se sentó junto a mi y me ofreció un plato con un poco de fruta.
- Debes estar fuerte - me susurró con una pequeña sonrisa ignorando la pequeña escena de antes.
- No voy a sobrevivir esta vez Lila - tomé el plato con ambas manos, tomé el valor para mirarla.
Su maquillaje estaba algo corrido por lo que ella también hacía llorado, su cabello rubio estaba amarrado en dos coletas que le llegaban hasta los codos, tenía brillantina en este mismo. Su vestimenta era tan brillante como su cabello, era una blusa plateada sin mangas con guantes hasta un poco más arriba de los codos del mismo color, tenía puesta una falda que le llegaba a la mitad de los muslos en forma de tutú, era de color fucsia chillón.
Sonreí, siempre encontraba una manera de reflejar su personalidad en su forma de vestir, siempre encontré que su estilo era el que más resaltaba entre los demás del capitolio los cuales eran demasiado para mis ojos.