Mia se adaptaba rápidamente a la vida en la escuela. No era muy diferente de otra institución. A decir verdad, la única diferencia era el nivel de exigencia académica. Pero Mia podía con él y estaba dispuesta a esforzarse al máximo para obtener buenas notas, conservar su beca, graduarse y tener a su disposición la mejor educación universitaria.
Tenía una rutina bien definida. Despertaba temprano para ir a clases, por la tarde hacía sus deberes, se iba a la cama temprano o salía al pueblo con Ericka, si las actividades de ambas lo permitían.
Pero dentro de su ritual escolar había una actividad que no le contaba a nadie. Era un secreto.
Todos los días a las 6:15 de la mañana se asomaba por su ventana. Sí, esa ventana que colindaba con el jardín de la casa Morgana. Y entonces la veía. A Herendira, la líder de la casa de las brujas y del aquelarre más importante de la ciudad; la miraba salir del edificio y atravesar el jardín para salir por la puerta principal, todo esto mientras su séquito de brujas la seguía.
Herendira era una bruja joven, descendiente de una línea fuerte de brujas que se remontaba al inicio de la historia de las brujas. Había muchos rumores sobre ella y su ascensión al liderazgo de su aquelarre. Pero la verdad absoluta era que su poder era enorme y el resto de las brujas y criaturas de la noche la respetaban.
Pero lejos de eso era admirada y temida en la academia. Tenía una personalidad enigmática, estoica, era el tipo de mujer que llamaba la atención sin quererlo. Era más alta que Mia, su piel parecía porcelana y sus facciones eran hermosas y delicadas. Su cabello era lacio y negro y brillaba como la obsidiana, siempre lo llevaba suelto hasta la cintura. La oscuridad de su cabello hacía un contraste perfecto con sus ojos color amatista. Eran ojos únicos, ojos raros, ojos de bruja.
En el pueblo había rumores que decían que eran ojos de demonio, vestigio de su antepasada Morgana, quien se presumía había concebido híbridos mitad brujas y mitad demonios.
No obstante, y pese a las habladurías oscuras sobre la bruja, Mia adoraba verla pasar por su ventana, porque se permitía fantasear cómo sería estudiar en la casa Morgana con ella. Sabía que la vería poco, pues era bien sabido que los líderes de las casas de las criaturas de la noche tenían múltiples ocupaciones.
Antes, hace muchos años, mucho antes de Mia y Herendira, e incluso Vlad. Mucho antes de la academia Bellator, las criaturas de la noche salieron a la luz y comenzaron a multiplicarse sin control, llevando a un caos social que eventualmente terminó en una guerra. Humanos vs No humanos.
Entonces surgieron los líderes de cada raza para controlar la violencia y el despilfarro de sangre. Porque esa pelea no solo cobró vidas humanas, sino también de vampiros, lobos y brujas.
Hoy en día, las criaturas de la noche estaban en control. Se había creado un acuerdo de paz, y era muy simple: estaba prohibido lastimar a los humanos y criaturas de la noche si no había un precedente de violencia hacia la otra raza.
El pensamiento de vivir en un lugar violento quitó la sonrisa del rostro de Mia y pronto se obligó a sí misma a sacudir esa idea de su mente.
Se fue a clases, tomó dos exámenes, comió un delicioso almuerzo con Ericka y su día pasó sin percance. Prueba de eso, era el suspiro lánguido que realizó Mia al final de su última clase.
—Deberías unirte al comité de alumnos —dijo Ericka— hay mucho por hacer y este tipo de actividades se ven bien en tu aplicación a la universidad. Además, necesitamos ayuda.
—No soy muy sociable, Ericka. No creo que pueda hacer lo que tú —Ericka era la líder del cuerpo estudiantil humano, la mente detrás de todos los eventos.
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Noir: Crónicas de la noche
FantasyMía es una estudiante de bachillerato que ha sido transferida a Bellator, una de las mejores instituciones del país la cual es reconocida porque sus egresados se convierten en destacados profesionistas y también porque en sus instalaciones estudian...