La muerte camina

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Mía estaba a la merced de Vlad, miraba sus ojos llenos de deseo, de hambre. Pero no tenía miedo. Al contrario, esperaba ansiosa un beso. Ese sería el broche perfecto para cerrar esa noche.

Pero entonces escucharon un grito proveniente de la calle. Luego otro, y otro, y otro. Y Mía sintió como si una serpiente de hielo subiera por su espalda. La postura rígida de Vlad y su cambio de gesto no ayudó a tranquilizar su corazón.

–Discúlpame, Mía, pero necesito asegurarme de que nadie tenga problemas.

La tomó en sus brazos como si no pesara nada. Lo que era realmente verdad para su descomunal fuerza de vampiro.

Se dirigió al balcón de la torre, "cierra los ojos Mía y abrázame. No te soltaré y nada te pasará".

Dicho esto saltó de la torre, pero Mía no sintió ese vértigo al caer. Era como si Vlad desafiara la gravedad y evitara caer al piso como el resto de las cosas.

Cuando aterrizaron, escuchó más gritos y al abrir los ojos vio a la gente corriendo en todas direcciones. Algo había sucedido.

Su nariz humana fue la primera en advertir que algo andaba mal. Las náuseas que la invadieron eran enormes, tuvo que esforzarse mucho para no descargar su estómago ahí mismo.

El pueblo repentinamente olía a suciedad, a podredumbre, a algo impío. Y los miró. Algunos aldeanos caminando de forma extraña. Pero poniendo más atención a ellos, notó que su piel era pálida, casi gris, sus ropas eran andrajosas, su cabello estaba delgado y lleno de polvo.

–¿Qué es eso? –preguntó a Vlad.

A Vlad le bastó un segundo para identificarlos. Zombies.

–Muertos vivientes. Quédate cerca de mí.

Pronto Vlad y Mía corrían por las calles salvando aldeanos. Y Mía estaba sorprendida con la fuerza y velocidad de Vlad.

Usaba sus manos como si fueran dagas para cortar a los muertos vivientes por la mitad. Sin embargo, pronto se vieron rodeados, eran decenas y Vlad tenía a Mía y a un grupo de personas tras de él.

Estaba seguro de que podía con todos los zombies, pero temía que en el proceso de usar su fuerza vampírica, lastimara a alguien.

Y había cierta incomodidad en que Mía conociera su naturaleza, tan brutal y tan pronto.

–Mía, tengo que encargarme de estos cadáveres. Por favor quédate con la gente y manténgase juntos.

Mía vio la resolución en sus ojos y entendió que debía obedecer. Si iba a estar cerca de Vlad, este tipo de violencia sería parte de su vida también.

Vlad se movió tan rápido que los ojos humanos no podían verlo claramente, pero los cuerpos caían en pilas tras sus ataques.

Y cuando la carnicería terminó. Vlad regresó con el grupo. Se dirigió a ellos para tranquilizarlos y darles indicaciones.

Pero entonces escuchó un sonido a sus espaldas, una mezcla entre viento y algo quebrándose. Y miró a los cadáveres. Estaban poniéndose de pie, regenerandose. Y al fondo apareció otro más, pero se veía diferente. Era más alto y tenía un bastón con un cráneo animal en la punta.

El bastón irradiaba una luz púrpura, era magia negra. Vlad abrió los ojos y maldijo en una lengua que nadie pudo entender. Ese bastardo estaba reanimando a los zombies caídos.

Los aldeanos gritaron de nuevo y algunos intentaron huir, a pesar de las advertencias de Mía de quedarse juntos. Los que corrieron fueron víctimas de los zombies. Y ahora estaban infectados y se convertirían en zombies también.

–Vlad ¿qué es eso? –quiso saber Mía mirando al zombie con el bastón.

–Es un Lich –pero Mía no entendía –es un muerto viviente, pero es listo y éste tiene el poder de hacer nigromancia.

"Traer a los muertos a la vida" se dijo Mía y se estremeció. Y entonces los zombies atacaron pero cayeron despedazados al suelo.

Un torbellino de cabello rosado cayó del techo de una de las casas y se encargó de la mitad de los cadáveres. Dando paso a dos poderosas sais que daban estocadas al resto.

Alanna y Remula habían llegado. Vlad respiró tranquilo.

–Estás oxidado, Vlad –dijo Alanna burlona dejando ver su brazo derecho, el cual ya estaba transformado como licántropo.

–No seas dura, Alanna. Está en una cita y quiere causar una buena impresión –mencionó con tono gracioso al dirigirse al Lich que estaba reanimando al resto de los zombies. Éste se defendió de los ataques físicos de Remula, causando que ella maldijera entre dientes en su idioma natal –¡Odio a los Liches!.

–Tendrás que usar tu magia, Rem –le dijo Alanna.

Remula se alejó del Lich con una destreza digna de un lobo. Alanna la miró con orgullo. En muchas ocasiones, Alanna y Remula habían entrenado juntas.

Remula guardó los sais en su cadera y comenzó a conjurar runas en el aire.

El Lich se dio cuenta y reanimó a los zombies, y también atrajó a más.

–Necesito tiempo –dijo Remula sin dejar de dibujar runas

–¿Cuánto tiempo?–preguntó Alanna

–El tiempo que necesite –respondió Remula burlona –estoy segura que los líderes de la casa de los lobos y los vampiros pueden acabar con algunos muertos vivientes.

Vlad se apresuró a juntar a la gente a sus espaldas y se preparó para pelear con los muertos vivientes. Alanna entonces arqueó su espalda y se colocó en cuatro puntos. Sus ojos se tiñeron de amarillo y grandes colmilos salieron de su boca, la cual cambiaba de forma y tamaño rapidamente.

Transformarse a voluntad y sin dolor era una habilidad que pocos licántropos lograban a tan corta edad. Pero Alanna era distinta, no porque fuera un genio, sino porque se esforzó más que nadie y abrazó el dolor como a una madre.

Cuando completó su transformación cargó contra los enemigos. Sabía que la fuerza física no podría acabar con un Lich, pero tenía que comprar todo el tiempo que pudiera a Remula.

La habilidad bélica de los lobos era algo de admirar. Tenían preparación de combate cuerpo a cuerpo en disciplinas olvidadas, pero mortales.

El hechizo de Remula era complicado, requería una gran cantidad de runas y tiempo de preparación. Lo cual indicaba que sería poderoso.

Y entonces gritó "háganse a un lado". Alanna y Vlad se apartaron. El cielo se oscureció y cayeron múltiples rayos, todos aterrizando en el Lich. Al final terminó hecho polvo. Alanna y Vlad se encargaron del resto de los zombies. Que sin un amo, se convertían en cenizas al ser desmembrados.

Se había terminado.

–Tenemos que asegurar las calles –dijo Alanna aún transformada y entonces aulló. Esa forma de comunicación tan única era suficiente para su raza.

Remula dibujó otro símbolo en el aire y habló cuando éste brillaba "Eliminen a los Liches y aseguren el pueblo. La prioridad son las personas".

–¡Marius! –vociferó Vlad y un enjambre de murciélagos llegó a su lado. Y como en un sueño, Marius se materializó.

–Señor–dijo Marius anunciando su llegada.

–Llévate a Mía a Bellator y coloca a alguien en la casa Ilios para protección.

Vlad cerró los ojos. Ahora todos los vampiros sabían que tenían que ayudar en el pueblo. "Telequinesis" pensó Mía.

–Por favor, déme su brazo señorita Mía –le pidió Marius.

–¿Dónde está Herendira? –le preguntó a Remula antes de moverse.

Remula la miró en silencio por un momento.

–No te preocupes, Mia. Ella está bien. Está en la escuela, realizando un hechizo de protección para todas las casas del pueblo. Ningún zombie era capaz de atravesar ese hechizo –Remula miró a Mia y sonrió–, por favor vete a Bellator.

Mia sostuvo a Marius, y desaparecieron.

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⏰ Última actualización: Apr 08 ⏰

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Noir: Crónicas de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora