Llegando a la academia Bellator

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Mia es una estudiante recién transferida. Su cumpleaños número 16 acaba de pasar, y se siente nerviosa y un poco triste porque dejó atrás a sus amigos, familia y pueblo natal. Pero siente emoción de haber sido admitida en la academia Bellator, donde los estudiantes son élite, donde hay criaturas de la noche, donde los chicos son muy guapos, donde puede tener un dormitorio independiente y donde por primera vez puede portarse como una adulta.

Hace meses ingresó una solicitud para cursar el segundo año de preparatoria en Bellator. Honestamente, no tenía muchas esperanzas de ser admitida; ella sabía lo difícil y costoso que es entrar a esta escuela. Así que, además de una transferencia regular, pidió una beca.

¡Vaya sorpresa que se llevó cuando recibió la llamada de que había sido admitida! No podía dar crédito a lo que oía. Le pidió a la señorita del otro lado que lo repitiera. "Pero no pienses que por estar admitida en la academia tienes un pase comprado para una de las casas de artes oscuras". Eso era otra cosa, eso era un proceso diferente, eso debía hacerlo en persona, y su increíble promedio escolar y actividades extracurriculares no podrían ayudarla.

Para ser parte de los licántropos, vampiros o brujas debías ser alguien excepcional, y para ser honestos, ella no lo era. Nunca se había sentido especial, así que no albergaba esperanzas de pertenecer a alguna casa. Aunque, ni siquiera estaba segura de querer hacerlo.

Al llegar a su habitación e instalarse, miró por la ventana. Su vista daba al jardín colindante con la casa de "Morgana", ahí, a unos pocos metros de ella, estaban las brujas, con sus hechizos, sus invocaciones, sus pócimas, con sus clases regulares pero muy difíciles.

Suspiró y se preguntó si ella podría con la presión de ser una bruja. Tendría que pasar su examen de conocimientos, hacer una prueba de talento mágico (de la cual no tenía idea de su funcionamiento), y por último, debía tener una entrevista con Herendira, la líder de las brujas de toda la ciudad, quien a su corta edad era ya una leyenda. Para ser honestos, esta última parte es la que la ponía más nerviosa, pues era bien sabido que Herendira era temible.

Sonrió un poco para sí, y para salir de su cabeza y plantarse en la realidad se dijo: "Tengo que concentrarme", aún debía comprar en el pueblo todo el material necesario para su estancia en la academia. Tomó su abrigo gastado de color chocolate y se puso en marcha.

El clima estaba fresco y se empezaba a sentir la humedad de la lluvia en el ambiente. Pero no le molestaba. Mia estaba encantada con el pueblo; era pequeño, pero de ensueño, limpio y con los edificios más pintorescos que pudiera uno esperar. Era como caminar en una postal.

Se permitió disfrutar del momento y entró a todas las tiendas que llamaron su atención, incluyendo una tienda de mascotas que tenía cachorros en adopción. Ella sabía que no podía tener una mascota en el instituto, pero mirar no hacía daño a nadie, hablar con el dueño no estaba prohibido, acariciar a un perrito no tenía nada de malo. Y siendo tan encantadora como era, el dueño le ofreció trabajar media jornada ahí cuando llegaran las vacaciones de invierno; algo que ella agradeció mucho.

El tiempo pasó y pronto la ciudad se tiñó de una inquietante luz naranja. Mia pronto se sintió en un lugar muy diferente y pensó: "El sol está a punto de ponerse", mientras un sentimiento de inquietud crecía en su interior, sentimiento que se volvió más grande al perderse.

Había estado tan concentrada en sus compras y en ver escaparates que no había visto el nombre de las calles. Los comercios ya estaban cerrados y no había gente a la vista. "Esto es extraño", pensó de nuevo. Parecía un toque de queda implícito.

Siguió caminando deprisa con la esperanza de ver una calle conocida o toparse con un poblador que la llevara de regreso a la academia.

Desafortunadamente, sólo encontró un callejón alejado, un callejón de servicio sin luz y con un olor a basura. Suspiró exasperada y enojada consigo misma por ser tan descuidada y se dio la media vuelta. Y entonces sintió que el corazón se le salía por la boca.

Noir: Crónicas de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora