Capitulo 3: El refugio, Parte 1

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   Los temblores aumentaban su magnitud cada segundo, nadie entendía qué estaba pasando y parecía que no había salida. Una chica de cabello oscuro y rizos largos corrió por los pasillos de un hotel en busca de su amiga. Llevaba solamente una camisa sin mangas de color negro, con un broche plateado como colgante, un pantalón azul y un par de zapatos negros. El suelo tenía un diseño de tablero de ajedrez, sus paredes eran de tonalidades violetas y algunas tenían una par de manchas por culpa del desgaste.

—¡INNIS! ¿¡DONDE ESTÁS!? — en pánico, empujando a las personas que al intentar salir le impedían el paso.

Termino frente a la habitación de Innis, forcejeó el picaporte, pero este estaba bloqueado, algo del otro lado debía de ser el culpable. En un ataque frenético de desesperación, grito.

Con una voz dominante grito —¡TE ORDENO QUE TE ABRAS! — la puerta se desintegró instantáneamente — ¿¡INNIS!? ¡Tenemos que irnos, el edificio se está colapsando!

La habitación principal estaba compuesta por una mezcla entre réplicas de pinturas clásicas y botellas de vino rotas. La alfombra de tela café claro estaba totalmente manchada por vino, la habitación daba indicios de que recientemente hubo una pelea. En su antiguo televisor se escuchaba a una mujer gemir, el padre de Innis había colocado una película porno en su videocasetera y había olvidado quitarla, el resto de la habitación estaba llena de cosas que aparentaban ser costosas, pero realmente no lo eran.

Al buscar a su amiga, la chica de tez pálida se encontró con una masa viscosa.

—¿Qué es esto...? — dijo asqueada al moverlo levemente — Parece carne, repleta de sangre... ¿Morada?

De una habitación, salió Innis sumamente asustada, tenía moretones por todo su rostro y estaba pálida del miedo que sentía en ese momento. Su pijama grisácea estaba rasgada, parecía que esta había intentado ser cortada.

—¡Ángela! ¿¡Dónde está mi padre!? — preocupada, buscando por la habitación —¡No podemos dejarlo! — se topó de frente con la masa viscosa —¿Eso... es él?

Ángela, la chica que llevaba buscándola desde que la catástrofe inicio, no entendía nada. Lo único que sabía es que debían de marcharse. Tomo del brazo a Innis y la arrastro hasta la salida en contra de su voluntad, ella no parecía querer ser salvada, o al menos no sin su padre.

Corrieron por los pasillos en busca de una salida, estos se estaban derrumbando a una velocidad impresionante y Ángela comenzaba a dudar si lograrían escapar. Frenaron en seco al toparse de frente con un pasillo mucho más sombrío de lo habitual, un rugido colosal envolvió el ambiente en cuestión de segundos, al asomarse por el pasillo una bestia nunca vista. Era similar a una estatua, sus colores grisáceos hacían resaltar las manchas rojas que ahora cubrían todo su cuerpo, tenía alas de murciélago y cuernos de cabra.

Innis se escondió detrás de Ángela —¿Qué es eso? — atemorizada.

—Una gárgola, no sabía que aún seguían con vida... — confundida.

—¿¡ANTES LO ESTABAN!? — sorprendida.

—¡OH! Eh, bueno, eso se decía, en la mitología cristiana se les consideraban seres protectores, representaban la lucha entre el bien y el mal. — la gárgola comenzaba a acercarse —Defendían las iglesias del mal y protegían los edificios donde se encontrarán desviando la lluvia de ellos.

—Entonces... ¿Son buenos? — un poco menos preocupada.

—Ese es el problema, creo que él cree que nosotras somos el mal.

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