Cada vez que escuchaba sus historias quejumbrosas pensaba en lo parecidos que somos, en que nunca podría haber estado en otro lugar. Todos estábamos rotos, y eso me confortaba. Incluso cuando me creía una basura, cuando me creía todas las cosas que dijeron de mí durante tanto tiempo.
Se podría decir que mi vida tuvo dos partes, una muy mala y otra pésima. Hasta que los conocí a ustedes, solo tenía una razón de vivir, el único motivo que hacía que mi corazón continuara bombeando sangre. Se llamaba Bianca, era diez años menor que yo. Mamá decía que nos parecíamos físicamente. Creo que estaba chiflada. Bianca era un ángel. Los rizos que caían sobre su frente, que se pegaban por el sudor cuando el calor asfixiante del verano nos negaba incluso la posibilidad de respirar. Si hay algo en que Ciudad del Cabo y Lisboa se parecen, es en la de desigualdad. El centro y la periferia, esa que yo conocía muy bien porque nací allí. Mi madre trabajaba limpiando casas, y lavando ropa ajena. Es increíble como los recuerdos han regresado incluso más nítidos.
Sus manos callosas y lastimadas, ásperas al tacto. A veces parecían una lija cuando me acariciaban y aun así extraño esas caricias, aunque eran escasas. Uno de sus besos con sus labios agrietados por el sol. Vivíamos en las afueras de Lisboa, mi padre era un borracho bueno para nada. Nuestra casa quedaba cerca de Alentejo, una zona más bien rural, poblada de viñedos. Muchos turistas iban y venían, mamá conseguía trabajo allí por temporadas. Yo también lo hacía, a veces a fin de año, le regalaban una caja de vino. Me encantaba el aroma, era como respirar calma y naturaleza.
—Allí fue donde conociste a Raúl de la Fuente—interrogó Brandon.
—Lo conocí años después, y luego me trasladé a España junto a él.
—Tiene varias varios viñedos y bodegas. Me pareció mucha casualidad.
—No seas pendejo, Brandon—dijo en tono serio Luciano—.Sabes que nada es casualidad.
—Continúa—dijo Brandon en tono de burla—, de seguro en algún momento lloraremos con tu historia.
—Nunca fue mi intención dar lástima. Es uno de los motivos por el cual nunca les conté.
—Vaya, pensé que había sido porque tenías un plan fríamente calculado con tu amigo Kevin.
—Brandon, si ya tienes todas las respuestas, sabiondo, ¿qué hago contándoles esto?
—Habla.—Alexander le ordenó—. Sigue con tu historia.
Luciano tragó saliva, carecía de fuerzas para seguir allí frente a esos hombres que eran sus jueves y verdugos.
Una vez te conté durante una misión en Myanmar que mi padre me llamaba inútil e inservible, como lo hiciste tú. Está bien, decirle padre a ese infeliz es una palabra bastante grande, ¿sabes?
Nunca me trató como hijo, sino como una bolsa de basura que pateaba cuando llegaba molesto de perder alguna partida de póker. Mamá trabajaba todo el todo el día. Una noche, antes de que este hijo de puta nos abandonara, sufrió un infarto.
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FUEGO MEDITERRÁNEO - SBO LIBRO 12 (ROMANCE GAY +18)
RomantizmA veces el pasado nos ciega, nos destruye. Y cuando creemos que ya nada queda por perder, regresa para golpearnos con más fuerza. Luciano de Almeida nunca fue un hombre al que le molestara dañar a los demás. A él lo hirieron muchas veces, y entiende...