capítulo 3 - la curación

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—¡Mamá!

La madre de Ainsley oyó la voz de su hija en el prado, algo que le extrañó. Estaba oscuro, la luna apenas brillaba, y todas las luces de la casa estaban apagadas. Arqueó una ceja. Esta llamada no era la típica llamada de su hija, su tono demostraba desesperación, urgencia... La mujer se asomó por la ventana, topándose con una escena inimaginable.

Allí estaba su hija, su rostro lleno de temor y estrés. Estaba acompañada de un hombre de pelo castaño. Ainsley ayudaba al hombre caminar, quién apenas se podía mantener en pie. Además, estaba cubierta de sangre. Algo malo había ocurrido.

—¡Cariño! ¡La niña!— gritó la mujer.

Los dos bajaron las escaleras inmediatamente, sus pasos eran tan fuertes que madera crujía más alto de lo normal. El padre sostuvo la lámpara de queroseno, intentando iluminar el paso. Abrieron la puerta, la cual se chocó contra la pared debido al fuerte impacto.

—Le encontré en el bosque, Mamá. Está muy herido.— explicó Ainsley, ayudando al desconocido tumbarse sobre la cama de madera de la habitación secundaria.

El hombre siguió gimiendo de dolor, apretándose el abdomen con el antebrazo. Estaba pálido, respiraba entrecortadamente y apenas podía hablar para explicar lo que había ocurrido. Una gota de sudor le recorrió la frente, y cerró los ojos para intentar concentrar su dolor en otro punto.

—Traeme el botiquín.— ordenó.

—Pero, Ainsley, ¿no es mejor llamar al médico?

—¡No hay tiempo, Papá!

Los padres de Ainsley se apresuraron, preparando todos los utensilios y medicamentos necesarios para ayudar a la joven curar la herida del chico. Pinzas y tijeras de metal brillantes, frascos de líquidos y ungüentos con etiquetas desgastadas. Utilizó las tijeras para cortar la camiseta blanca de algodón, revelando su herida profunda que sangraban abundantemente.

Las manos cuidadosas de Ainsley se empaparon de sangre de nuevo, e intentó ignorar los continuos aullidos y gemidos de dolor por parte del chico. Los padres sostuvieron los brazos y las piernas para que no se moviese y Ainsley pudiera desinfectar la zona con alcohol, pasar la aguja afilada y así coser su herida.

La rubia finalmente mordió lo poco que quedaba de hilo, secándose la frente con el dorso de la mano. Lo último que quedaba era el ungüento, y vendar aquella herida tan horrible. Para entonces, el hombre de pelo castaño logró calmarse y aguantar el dolor. En sus ojos oscuros, había un destello de agradecimiento.

Ainsley suspiró por la boca, aliviada que al fin el hombre estaba, en cierto modo, fuera de peligro. El chico alzó la mano, acariciando su brazo con suavidad. Parecía reconocer los ojos grandes y azules de la chica que le acababa de salvar la vida.

—¿Elise?— murmulló.

Ainsley se giró en busca de agua limpia para lavarse las manos. Estaba claro que el hombre estaba confuso, desorientado y seguramente alucinando por la perdida de sangre. Hizo caso omiso.

—¿Qué diablos ha pasado ahí afuera?— preguntó su madre, una vez estabilizada la situación.

Ainsley se mordió el labio inferior. No quería admitirle a su madre que salió corriendo al bosque peligroso a mitad de la noche debido a una 'sensación' y visión extraña. Por eso, tras lavarse las manos en el cuenco de porcelana, decidió contar una pequeña mentira.

—Lucky ha estado actuando raro todo el día. He salido al oír un sonido extraño, y le he encontrado.— explicó.

—¿Y no se te ocurre avisarnos antes? Sabes que el bosque está lleno de animales salvajes. Podría haber sido un asesino escondido.— gruñó su padre.

No le quedaba otra opción que agachar la cabeza.

—Lo siento.

—Tienes suerte. El chico parece estar bien dentro de lo que cabe. Mañana llamaremos al médico para que lo vea. Nosotros, de mientras, volveremos a la cama. Cualquier cosa nos llamas.— anunció su madre.

La chimenea ardió toda la noche, y Ainsley no pudo dormir por mucho que lo intentase. Se quedó sentada al lado de la cama donde yacía el hombre desconocido con las prendas extrañas. El joven parecía estar lleno de pequeños arañazos, moratones y heridas cicatrizadas. Tenía una complexión musculada, como si hubiese levantado pesas toda su vida. Le llegaban mechones de pelo castaño a las orejas, sus cejas gruesas

—Elise.— musitó el chico.

Ainsley alzó la mirada al oír aquella voz ronca. El chico estaba despierto, y le miraba fijamente con los ojos entrecerrados.

—¿Elise? ¿Quién es Elise?

—Tú... ¿Tú no eres Elise?

La joven soltó una pequeña risa, apenas audible. Fue entonces cuando la visión del desconocido mejoró y pudo analizar los rasgos de la chica.

—No, por desgracia.

—Vaya.

Ainsley se recogió su cabello dorado en un pequeño moño. No se dio cuenta que las trenzas se habían deshecho y que tenía el pelo hecho un desastre.

—¿Se encuentra mejor?— preguntó la joven.

De alguna forma, el chico logró incorporarse y sentarse recto. Ainsley soltó un pequeño gesto de exclamación, intentando mantenerle tumbado, pero el joven insistía en sentarse. Apenas parecía sentir dolor.

—Estoy bien.— dijo, aunque la chica no sabía si decía la verdad o intentaba aparentar ser fuerte.

—¿Está seguro? Debería...

—¡He dicho que estoy bien!— exclamó, azotando la mano de Ainsley ligeramente, como si fuese una mosca.

La chica se echó atrás, incapaz de creer que la persona a quien acababa de salvar le hablase con aquél tono tan irrespetuoso.

—Pero serás...

—No necesito ayuda.— repitió. —Solo necesito encontrar a Elise.

El chico por poco se cayó de la cama al decir esa última palabra. No dejaba de intentar ponerse de pie, pero cada vez que lo hacía notaba los puntos en el vientre y se volvía a sentar. Ainsley tuvo que agarrarle de nuevo para evitar las caídas.

—Está herido, no está capacitado para levantarse.— le insistió Ainsley.

El desconocido chasqueó la lengua, dejando los ojos en blanco e intentándolo de nuevo.

—Esto es absurdo. Estoy perdiendo tiempo. Tengo que encontrar a Elise.

—Yo perdí mi valioso tiempo salvándole y curándole la herida. ¡Desagradecido! Espero que el médico venga mañana y decida llevarle al hospital y así no le tenga que ver.— espetó la joven.

No pareció importarle mucho al chico el tono y las palabras de la joven, parecía mucho más concentrado en aquella 'Elise' que tanto mencionaba y no dejaba de buscar. Intentó levantarse por tercera vez, pero finalmente se sentó sobre la cama, malhumorado.

—Si no le importa, me iré a la cama. No sé cómo se me ha ocurrido pasar horas aquí sentada al lado de un desagradecido como usted.— prosiguió la rubia.

La joven se levantó, secándose el polvo y las migas que se habían ido acumulando sobre su regazo a lo largo de la noche. El chico no le importó, se quedó sentado sobre la cama de madera, pensativo – casi como si estuviera esperando algo.

LUKE LUKE LUKE :) Me enamoro cada día más al escribir sobre él. Si os gusta los chicos duros que se vuelven suaves por una chica, os va a encantar su personaje.

Funfact: Luke se llama Luke porque es el nombre que le quiero dar a mi futuro hijo :)

Ig: librosgeeky

El Regreso de la Princesa HadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora