Los lobos se quedaron un buen rato ojeando a la pareja – o quizás la intensidad de la situación les hizo sentir que pasaban minutos y no segundos. Luke mantuvo su postura ofensiva, sostenía la espada con las dos manos por encima de los hombros. Ainsley, en cambio, apretaba la lámpara con fuerza al igual que el cuchillo afilado.
—No se atreven a atacar, ¿a qué esperan?— señaló Luke, susurrando.
Ainsley tragó saliva.
—No sabía que los lobos eran tan grandes.
Ahora que la joven tenía tiempo para analizar, se dio cuenta que el tamaño de los lobos superaban mil veces a los perros. Sus dientes eran más afilados, más amarillentos, y tenían una mirada más intensa. Estos animales parecían desnutridos, como si no hubiesen comido en bastante tiempo, y eso le preocupaba.
A Ainsley se le ocurrió una idea loca, una idea que, probablemente, le mataría. Pero no pudo evitar mirarle fijamente al animal peludo, y sentir cierta pena por su situación. Se veía que era una manada que sufría hambruna, y no se le podía culpar de la situación – era pura sobre vivencia.
—Eh, ¿qué haces?
Ainsley ignoró las advertencias de Luke y se acercó al lobo con pasos cautelosos; éste respondió con gruñido y mostró sus dientes afilados. La joven había escondido un trozo de chuleta en su maleta, la cual sacó con la misma precaución. Podía ver que los animales estaban débiles.
—Quizás...
Los lobos, al mirar a Ainsley a los ojos, escondieron sus dientes y retractaron sus uñas. Encontraron en sus ojos un reflejo de confianza, ternura y calidez, algo nunca visto en un humano corriente. Pasaron de una pose ofensiva a una más receptiva.
Ainsley se agachó, permitiendo que los lobos se acercasen a ella. Lanzó el filete a uno de los arbustos cercanos, y toda la manada se olvidaron inmediatamente de la presencial de dos personas. Estaban más interesados en la suculenta chuleta.
—¡Corre!— gritó Ainsley.
Ambos comenzaron a correr al ver que habían logrado distraer a la manada entera, pero no por mucho tiempo.
El suelo del bosque no estaba hecho para pasos aligerados, ya que estaba repleto de zarzas, charcos, barro resbaladizo, ramas sueltas. Ainsley se arañó el brazo con una rama suelta, y Luke casi se cayó al resbalarse con un charco escondido. Sin embargo, de alguna forma u otra, lograron escapar de aquella situación tensa y peligrosa.
La astucia y la compasión de Ainsley ante la situación inesperada les salvó de un destino cruel.
—Cómo....— Luke intentaba desesperadamente recuperar el aliento. —¿Cómo has sido capaz de hacer eso? Son capaces de arrancarte la cabeza con una sola mordida.
Ainsley respiraba entrecortadamente, también buscaba el aliento. Jamás había corrido tanto en su vida, ni se había enfrentado a los temidos lobos.
—No sé. Tenían hambre.
—Eso ya lo sé, nosotros éramos el menú principal.
—No parecían ser tan ofensivos cuando me acerqué a ellos.
—Eso es porque tenías una chuleta, sino serías comida para lobos.— gruñó Luke, incapaz de admitir que la idea de Ainsley funcionó y salieron ilesos.
Ainsley soltó un suspiro, cruzándose de brazos en una mezcla de agotamiento y frustración. De alguna manera, la lámpara seguía encendida y brillando, a pesar de todo el caos la luz no disminuyó en intensidad. Les quedaba aún tiempo para encontrar el portal.
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El Regreso de la Princesa Hada
FantasyLa vida de Ainsley, una joven campesina en Escocia, da un giro inesperado cuando encuentra al caballero desterrado Luke malherido en el bosque. Luke proviene de Arcanara, el reino de las hadas, gobernado por el malvado rey Kaius, quien ha lanzado u...