capítulo 6 - ataque de los lobos

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Los dos jóvenes esperaron a que se pusiera el sol para escapar al bosque. Teniendo a Luke a su lado y un cuchillo como arma, no se sentía tan desprotegida ni tan aterrorizada ante la idea de adentrarse al bosque oscuro.

Los cuatro cenaron juntos, Luke y Ainsley apenas se dirigían la palabra – pero sí la mirada. Se veía que estaban planeando algo, hablando con sus ojos, pero los padres de Ainsley ignoraron estos gestos extraños.

El médico nunca llegó al caserío, quizás porque Luke estaba andando perfectamente, y no merecía la pena subir el monte solo para confirmar que iba a sobrevivir. Ainsley, en cierto modo, se alegró de este hecho.

La rubia abrió la puerta de la habitación de sus padres, ojeándoles. Estaban durmiendo tranquilamente, sin tener idea de lo que su hija estaba planeando hacer. Sabía que su ausencia les causaría mucho dolor y pánico, pero debía hacerlo. Si acaso supieran la verdad, le prohibirían escapar.

Luke empaquetó toda la comida que pudo en su mochila, pasándola por el hombro. Ainsley había cambiado su atuendo y ocultó su cicatriz de nuevo. Los dos caminaban con cautela y hablaban en voz baja, intentando no despertar a los padres de Ainsley.

Cuando Ainsley llegó a la cocina, se encontró a Luke agarrando una enorme espada de ...... . Había cogido otro cuchillo para afilarlo.

—Tengo una idea de cómo llegar a Arcanara, pero no sé si funcionará. Si no es así, debemos buscar otra entrada.— comentó Luke.

Ainsley arqueó una ceja.

—¿De dónde has sacado una espada?

Con un movimiento veloz, la espada se encogió hasta convertirse en un pequeño péndulo de color amarillento. Se lo metió en el bolsillo, encogiendo los hombros.

—¿Tenías una espada todo este tiempo?

—Sí. No sabía con quién me encontraría una vez atravesase el espejo.— explicó Luke. —Hice bien. La princesa es un peligro.

Ainsley dejó los ojos en blanco, cruzándose de brazos.

—Vale, soldado...— musitó

La joven no se sentía particularmente contenta de tener que atravesar el bosque con una persona tan borde, irónica, y desagradable en general. Incluso sabiendo que él no era más que un soldado y ella la princesa, le trataba con cierto desprecio. Lo único que calmaba a la joven era el hecho que, una vez le coronasen como reina, podría mandarle todo lo que quisiera.

Esa noche era luna llena, por lo cual su camino estaba iluminado por ella. El perro pastor, sorprendentemente, no les siguió ni ladró para anunciar su escapada. Quizás porque Ainsley iba con toda la seguridad del mundo junto a Luke, o porque sabía que estaba en buenas manos. Ella siempre tuvo ese efecto con los animales, era casi como si pudiera controlarlos.

Una vez que el camino se estrechó y ......, Luke sacó su mapa. A pesar de que estaban bañados en luz lunar, la joven iluminaba todo el camino con la lámpara de queroseno, en alerta y en busca de animales peligrosos que debía ahuyentar. Luke jugueteaba con el péndulo que colgaba de su cuello mientras observaba el mapa.

—Vale. ¿Dónde exactamente me encontraste ayer?— preguntó Luke.

Ainsley se giró, alzando la lámpara para que le iluminase la cara.

—Te encontré cerca de un estanque, entre unos arbustos.

—Por ahí debe estar el portal, quizás es el propio estanque, pero no estoy seguro.— anunció, aunque su tono no mostraba seguridad.

Los dos comenzaron a caminar, Luke sin apartar su mirada del mapa, y Ainsley saltando con cualquier pequeño sonido que se oía a su alrededor. Se oía crujidos de pequeñas ramas secas, el aleteo de las alas de un búho, el aullido de un lobo a la distancia... Por cada pequeño sonido audible, la joven soltaba un pequeño grito y un salto.

Luke dejó los ojos en blanco.

—¿Qué te pasa? Eres campesina pero te asustan sonidos de animales.— comentó.

Ainsley gruñó.

—¡Nunca he estado en el bosque a estas horas!— se defendió.

Luke se encogió de hombros.

—Pues ayer viniste en mi busca a estas horas de la noche, ¿es que no había animales a esa hora?— preguntó.

—¡Eso es distinto!

—Nunca he conocido a una mujer tan...tan...

—¿Ah sí? ¡Pues yo nunca he conocido a un hombre que se presenta como un caballero pero es tan...—

La atención de Luke se desvío, clavó su mirada en un punto detrás del hombro de la joven. Su expresión y mirada intensa hizo que Ainsley se callara, girándose.

No había nada detrás suya, pero a la misma sintió una presencia amenazante que le hizo sentir un escalofrío y le puso los pelos de punta. Su respiración comenzó a agitarse, y los dos posaron la mano encima de sus respectivas armas.

«El bosque es peligroso de noche.» resonó la voz de Ainsley en la cabeza de Luke mientras el cristal se expandía y se convertía en una espada.

—Ponte detrás.— ordenó el joven, posándose en frente de la campesina.

Ainsley no dudó ni rechistó. Le agarró el brazo al chico, sintiendo bajo las yemas su musculatura de tantos años de entrenamiento y trabajo. Aún no sabían a lo que se estaban afrontando, pero la tensión se podía sentir, y también las decenas de miradas frías que les posaban encima.

Los arbustos comenzaron sacudirse, se oyó el crujido de ramas bajo sus pies y un gruñido grave. Desde los arbustos, se asomaron ojos amarillos y hocicos oscuros empapados de vaho y saliva. Después, se asomaron unas patitas delgadas de color gris, con garras feroces llenas de tierra. Sus uñas arañaban el suelo, y se lamían la boca, listos para su próxima comida.

Era luna llena, y los lobos acechaban.

—¡Mierda!— exclamó Luke, alzando su espada. —¡Es luna llena!

Ainsley sacó su cuchillo de la pequeña bolsa. Jamás se había afrentado a animales salvajes, ella estaba acostumbrada a tratar con ovejas y vacas – no con animales sedientos de sangre que tenían su mirada puesta en ella.

La joven aún sostenía la lámpara bien alta, ya que sin ella no habría luz suficiente y sería prácticamente imposible defenderse de estos animales.

Se oyó otro gruñido detrás de ellos. Ainsley se giró, posando su espalda contra la de Luke. No se atrevían a salir corriendo, ya que no sabían exactamente cuántos lobos estaban a su alrededor, listos para saltar.

Le recorrió una sola gota de sudor en la frente, intentando controlar su respiración y su latido del corazón para no mostrar miedo o debilidad – algo que los lobos podían sentir.

No desviaban su mirada, pero se acercaban a los dos jóvenes con cautela y una mirada hambrienta. Nadie se atrevió a hacer un ruido o realizar un movimiento brusco, la tensión se podía cortar con un cuchillo.

 Nadie se atrevió a hacer un ruido o realizar un movimiento brusco, la tensión se podía cortar con un cuchillo

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Una curiosidad: los lobos no suelen atacar humanos, incluso los evitan. En España no ha habido casos de ataques a humanos en muchos años. No quiero ser una de esas personas que reenforzan una mentira y un miedo irracional. En este caso, solo quieren atacar a los dos por pura hambre.

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